Opinión
Telenovela
Respeto, sin ningún pero, a quienes no han querido ver la entrevista de Arnaldo Otegi en TVE. Por supuesto a las víctimas que ya han tenido bastante como para contemplar el espectáculo que, como era fácil de prever, iba a ofrecer el exterrorista. AO es una persona que no defrauda, desde luego, pero entiendo que su presencia y su discurso no son recomendable para todas las sensibilidades. De la misma manera creo firmemente que el visionado de la entrevista debería ser obligatorio para el resto de la ciudadanía pero especialmente para periodistas y políticos. El tono y el contenido de la intervención de AO en la televisión nacional son una radiografía del cáncer que nos hemos ido provocando.
Empezó humillando al entrevistador cuando éste le hizo insistentemente una pregunta acerca de si condenaba el terrorismo de ETA: «Yo entiendo que ustedes necesitan hacer hoy un tipo de preguntas para pedir perdón por que me están entrevistando».
El problema de ciertas entrevistas no es tanto el entrevistado como quién, qué y cómo se pregunta. Con todos mis respetos a los reputados periodistas de la tertulia de ayer, no fueron sparrings para un peso pesado del cinismo. Y no lo fueron porque, a mi entender, la gran mayoría de la prensa española ya no está, desde hace tiempo, interesada en profundizar acerca de lo que el terrorismo nos ha dejado en el presente. En Euskadi ha «cesado» la violencia, luego todo marcha bien. Suficiente.
Entrevistar a AO en una televisión pública española no es, a estas alturas, blanquear a un dirigente ex terrorista porque él y los suyos llevan blanqueados mucho tiempo. AO pasea por los platós de las televisiones vasca y catalana (televisiones públicas españolas) como un analista cualquiera desde hace ya unos años. Lo que ocurre es que esas apariciones «regionales» parecen no contar para la prensa española. Enterémonos: ya están blanqueados en términos periodísticos. También lo están en términos políticos: el 5 de mayo de 2011 el Pleno del Tribunal Constitucional estimó con el voto de 6 magistrados frente a 5, y contra la sentencia del Tribunal Supremo, que Bildu pasaba a ser legal. Esto es mucho más que blanquear un pasado terrorista, es tener que convivir con ellos como si nada hubiera pasado. ¿Y en términos jurídicos? Me entran dudas al observar que en casi doscientas ocasiones se ha vulnerado la ley de no humillación a las víctimas con los homenajes a los etarras que salen de la cárcel. ¿No hay fiscalía? Colaborar con blanquear el horrible pasado de los autores intelectuales del terrorismo es también que ningún Gobierno haya tenido la iniciativa de explorar la vía del derecho internacional para acusar a los dirigentes de la banda de delitos de lesa humanidad. Pero ni eso ni apoyar las iniciativas que trabajan en esa dirección. Y qué me dicen de la nula defensa que se hizo de la «doctrina Parot» en el Parlamento Europeo. Arnaldo se ha quedado tan contento de la ventana que se le ofreció ayer en la televisión pública española que ha tuiteado cada párrafo de la entrevista. Mal asunto. El espectacular derroche de hipocresía alimentará durante un tiempo largo la risa perversa de sus seguidores.
También aprovechó para humillar a los dos grandes partidos: «A lo largo de la historia hemos mantenido relaciones tanto con el PSOE como con el PP. Todavía mantengo guardadas las actas de mis negociaciones con el PP y no voy a tener ningún inconveniente en hacerlas públicas». Hubiera sido oportuno que alguno de los presentes en la tertulia se hubiera interesado por otro tipo de actas más familiares para el entrevistado: «Preferiríamos que nos enseñara las actas de las de las reuniones que ha mantenido usted con la dirección de ETA en todos estos años».
Asumamos que el blanqueo viene de lejos. Se les ha permitido beneficiarse de la alteración del censo electoral. Decenas de miles de familias no nacionalistas huían del País Vasco escapando de la muerte o la ruina ante la pasividad de los diferentes gobiernos de nuestro país. Las elecciones se celebraban con la normalidad que suponía que algún político no nacionalista fuera asesinado días antes o que simplemente los candidatos fueran violentamente acosados. Sin observadores internacionales. El PNV diseñó mil y una formas de que no terminaran derrotados como se merecían. Y la última de ellas funcionó. Funcionó con un gobierno oportunista, mentiroso e indecente. Cuando ya tienen asumido que no pedir perdón no les obstaculiza absolutamente nada, ni siquiera acudir a la televisión del enemigo, ¿para qué pedirlo? Ellos no quieren ganarse nuestra simpatía, lo que quieren es humillarnos y que antes o después, les pidamos perdón por haberles provocado a emplear la violencia que no ha supuesto sino una pérdida de su tiempo vital en «la lucha» o en la cárcel. No solo el programa, sino el presente mismo es una inmensa humillación a las víctimas. Hoy mismo, musiquita para los muertos en el Hemiciclo. Entre los espectadores los siniestros representantes de Eh Bildu escucharán en silencio. «Hoy EH Bildu participará por primera vez en el acto del Congreso en homenaje a las víctimas, porque a diferencia de otros, nosotros respetamos a las víctimas». Respetamos a las víctimas que nosotros creamos, le ha faltado decir. El mítico argumentario victimista ultranacionalista vasco expuesto con la chulería del capo de un cartel, en prime time. Hay estilos que no se cambian ni yendo desarmado. El escorpión se divierte sobre la rana adormilada que somos nosotros.
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