Opinión
Vox no puede ser el tonto útil de Sánchez
Aunque para un liberal en lo moral y en lo económico como un servidor, Vox le resulte demasiado conservador, he de admitir que en muchas cosas tienen razón. Para empezar, en su crítica a la complejitis aguda que ha invadido cual epidemia al centroderecha. Para continuar, porque exigen la derogación de una Ley de Memoria Histórica que olvida lo más obvio, que en la Guerra Civil no había buenos porque fue una contienda de malos contra malos. Y, para terminar, porque es inapelable esa idea de aplicar sin miramientos la Ley de Extranjería en la lucha contra la inmigración ilegal.
Dicho todo lo cual, he de puntualizar que me disgusta su obsesión por la homosexualidad o el laicismo en la escuela. Pero sí creo que, al menos, han servido para poner las pilas a Ciudadanos y muy especialmente al PP. Lo que me toca literalmente las narices, por no hablar de otro apéndice corporal, es el proceso de enloquecimiento acelerado que han emprendido con su veto a los gobiernos liberales en Murcia y en Madrid. Un suicidio en toda regla que acabará llevándose por delante la ilusión de sus casi 2,7 millones de votantes. Abascal, un Ortega Smith opacado por Monasterio y Espinosa, el propio matrimonio y el jefe en la sombra, Víctor González, deberían pellizcarse y saber de dónde vienen, dónde están y, sobre todo, a dónde quieren ir. Ni a mi hijo de 12 años se le escapa que el 99% del apoyo a la formación verde procede de antiguos fieles del PP que se largaron de la casa común de la derecha por las sorayadas, montoradas, bolinagadas y demás prácticas masoquistas. Gente a la que le pone de los nervios siquiera soñar que en Madrid se ha resucitado el impuesto a los muertos y el de Donaciones o que se ha disparado el tramo autonómico del IRPF cuando Sánchez nos va a birlar 26.000 millones extras en cuatro años.
Si Madrid es la región que más crece desde hace 20 años es porque siempre ha habido un Ejecutivo liberal. Y en Murcia ocurre tres cuartos de lo mismo. Si Abascal quiere pegar el estirón no le queda otra que respaldar a Ayuso y a López Miras y luego hacerles la oposición con el exitoso cuento ése de la «derechita cobarde» y los «maricomplejines». Sin olvidar lo obvio: que Vox no nació para ser el tonto útil de Pedro Sánchez.
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