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Opinión

El éxito no se obtiene, se visualiza

No lo dudes. Cualquier éxito o fracaso que puedas alcanzar en la vida comienza en tu cerebro. En cualquier empresa, aventura o proyecto que estés considerando iniciar, tu pensamiento será tu principal aliado y tu principal enemigo. Si crees que estás vencido, lo estarás; si piensas que no te atreves, no lo harás; si piensas que no puedes ganar, perderás o ni siquiera llegarás a intentarlo.

Esta realidad la conocen muy bien los deportistas profesionales. De hecho, es frecuente que realicen ejercicios de visualización positiva, en los cuales se imaginan a si mismos realizando con éxito jugadas y lances del juego antes de comenzar la actividad deportiva real. Esta técnica de visualización creativa les sirve para ganar foco y concentración, además de acercarles a la consecución del objetivo antes incluso de empezar a recorrer el hacia él. Podéis estar seguros de que nuestro gran campeón, Rafa Nadal, jamás va a un partido pensando de antemano que lo va a perder. Luego, puede pasar cualquier cosa, pero de inicio, nunca se puede salir a la cancha, ni a la deportiva ni a la de la vida, pensando que no vamos a lograr nuestra meta.

Numerosos experimentos han tratado de determinar hasta qué punto la visualización creativa tiene un efecto determinante en el desempeño. Uno de los más sorprendentes tuvo lugar en 1967 y fue llevado a cabo por el psicólogo Australiano Alan Richardson. Este investigador y su equipo tomaron a varios jugadores de baloncesto y los dividieron en tres grupos. Al grupo A lo sometieron a una rutina deportiva consistente en 20 minutos diarios de práctica de tiros a canasta.  Al grupo B solo les pidieron que descansaran y se alimentaran adecuadamente durante esos 20 días. Finalmente, la tarea que tuvo que realizar el grupo C en ese mismo periodo fue imaginar que tiraban tiros libres y otro tipo de lanzamientos sin fallo, uno tras otro, durante 20 minutos al día.

Al finalizar la prueba, los tres grupos saltaron a la cancha para comprobar cómo había evolucionado su técnica de tiro tras el experimento. El primer grupo, el que se había ejercitado físicamente, mejoró su porcentaje de acierto en un 25%, algo bastante lógico. La dieta y el reposo del segundo grupo tal vez hubiera mejorado su salud, pero no desde luego habilidad como baloncestistas, ya que no evidenciaron ningún progreso en sus lanzamientos a canasta. Pero el resultado más impactante fue el del tercer grupo, el que no había llegado a ponerse la ropa de baloncesto durante los 20 días que duró el experimento.  A pesar de que todo su contacto con las canastas fue imaginario, resultó que este grupo también había logrado mejorar su acierto en el tiro, nada menos que en un 24%.

La razón de este sorprendente resultado está en el hecho de que nuestro subconsciente no es capaz de discernir entre lo que es real y lo que no lo es. Vive, por decirlo así, como aquellos personales de la película The Matrix, atrapados en mundos imaginados que reproducen la realidad con tal nivel detalle que es casi imposible apreciar la diferencia. Lo que hacen las técnicas de visualización es “engañar” al subconsciente, lo entrenan en condiciones tan aparentemente reales que nuestra mente es capaz de trazar esos caminos cerebrales aunque nuestro cuerpo no haya transitado físicamente por ellos.

La monitorización cerebral ha demostrado que mientras se realizan técnicas de visualización el cerebro emite idénticas señales eléctricas a los músculos que las que lanzaría en el caso de una experiencia real. Es decir, en estos simulacros el cerebro pone en marcha toda su maquinaria de la misma forma en que lo haría con fuego real. Con la ventaja de qué él no sabe que se trata de un simulacro. Las técnicas de visualización funcionan en cualquier contexto. Antes de hablar en público, antes de una entrevista de trabajo, de un examen… Imaginar que se recorre con éxito esos caminos permite ganar una experiencia casi real a personas que carecen de ella en ese contexto, y adentrarse en terrenos inexplorados como si no lo fueran. Nos permiten crear experiencia aunque no las tengamos.