El trípode
El trágico atentado que precipitó la Guerra Civil
Ya desde el primer momento, aquella trágica República mostró su cara más dramática, cuando sin transcurrir siquiera un mes, el 10 de mayo de 1931, comenzó la quema de templos y conventos, y la persecución de sacerdotes y religiosos.
El mes de julio es denso en significativos episodios de la Historia de España y de manera destacada; el «Desastre de Annual» de 1921 es uno, y el comienzo de la Guerra Civil de 1936 es otro, como es sabido. Pero previo al comienzo de la guerra, sucedió otro acontecimiento, no tan conocido y destacado, pero que acabó de precipitar la trágica contienda comenzada en la Península el 18 de julio y el día anterior en el Protectorado del norte de África, de aquel mismo año. Fue exactamente el 13 de julio y como decimos, desencadenó la guerra civil: fue el asesinato de José Calvo Sotelo.
No es extraño que tampoco sea conocido por el gran público, si entre otras «razones» tenemos la «democrática» memoria que por imperativo legal debe ceñirse a lo sucedido a partir del 18 de julio, y así hacer que se olviden acontecimientos previos de destacada relevancia y que tuvieron una directa relación con aquella guerra. Uno fue ese asesinato, y otro el golpe de Estado sangriento y revolucionario de octubre de 1934, contra el legítimo gobierno de la Segunda República. Pero cuyo «pecado original» era ser de «derechas» –por supuesto votado por los españoles– pero contra la voluntad de Largo Caballero, el líder del PSOE y que gustaba ser conocido como el «Lenin español». Quien tenía por objetivo político hacer de España una república soviética como atestiguan sus numerosos actos, discursos y declaraciones.
Ya desde el primer momento, aquella trágica República mostró su cara más dramática, cuando sin transcurrir siquiera un mes, el 10 de mayo de 1931, comenzó la quema de templos y conventos, y la persecución de sacerdotes y religiosos. Después, y tras llegar al gobierno el Frente Popular «largocaballerista» en febrero de 1936, –mediante un demostrado pucherazo electoral–, se produjeron en tan solo un mes y medio 74 asesinatos por motivos políticos, 345 heridos y 106 iglesias incendiadas y la mitad de ellas arrasadas.
El 1º de julio en sesión plenaria del Congreso, el diputado socialista Luis Galarza amenazó a Calvo Sotelo «en su caso, encuentro incluso justificado un atentado personal contra Su Señoría». Fue la segunda amenaza, y unos días después, una furgoneta salía de la Dirección General de Seguridad hacia el domicilio del líder político de la derecha parlamentaria monárquica. A las tres de la madrugada irrumpieron en su casa y le obligaron a abandonarla con ellos. Fue tiroteado en la nuca por un teniente de la Guardia de Asalto, y abandonado su cadáver en el cementerio del Este. Eran las cuatro de la madrugada. Los asesinos fueron ascendidos, y los archivos destruidos. La suerte de la guerra estaba echada.