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Vuelo bajo

El manual del trilero

El Gobierno ha hecho del lenguaje una herramienta para disolver el conflicto entre legalidad e ideología

El Presidente del Gobierno Pedro Sánchez, en el Congreso Alberto R. RoldánPHOTOGRAPHERS

Sobrevivir con el todo vale con el que sobrevive Pedro Sánchez, en una persona con dignidad y ética conllevaría mucha complejidad, tiempo y esfuerzo. Hacer parecer lo que no parece, transmitir que es lo que no es, solo lo puede hacer aquel que domine el juego del trile.

El lenguaje ha dejado de ser una herramienta de comunicación para convertirse en un instrumento de confusión, manipulación y desgaste del pensamiento crítico. Cuando los ministros Torres y Rodríguez afirman al unísono que “la bilateralidad con Cataluña es perfectamente compatible con la multilateralidad con el resto de las comunidades autónomas” es como defender la monogamia y practicar la poligamia.

Me gustaría conocer la opinión del director de la RAE ante la perversión lingüística que utiliza las contradicciones ideológicas y semánticas como simples formas de expresión para disfrazar de igualdad la exclusividad.

Redefiniendo palabras, el Gobierno transforma lo ilegal en aceptable y lo incoherente en virtud

Lo mismo que cuando se utiliza “desjudicializar el conflicto” para derogar el delito de sedición e indultar a los condenados del procés que, enmascarado como diálogo, la responsabilidad penal se va a hacer puñetas.

La amnistía es un reconocimiento de reconciliación y lo ilegal un motivo de convivencia. La normalidad democrática se ha convertido en un paraguas de acogida a condenados, malversadores, prevaricadores y corruptos en general. Incluso el machismo se ha convertido en sinónimo de progresismo.

Dante en la Divina Comedia decía que "no se puede absolver al que no se arrepiente, ni arrepentirse y querer es posible pues la contradicción no lo consiente". El Gobierno ha hecho del lenguaje una herramienta para disolver el conflicto entre legalidad e ideología. Redefiniendo palabras, transforma lo ilegal en aceptable y lo incoherente en virtud.

George Orwell dijo que el lenguaje político busca “dar apariencia de solidez al puro viento”. Con Sánchez ya no es una advertencia: el manual del trilero erosiona el sentido común.