Opinión

Los ERE no existen

Si uno solo de los periodistas socialpodemitas con los que me cruzo en los platós de TV me puede toser a la hora de hablar de la financiación del PP de Madrid. Este menda dio a conocer el dúplex marbellí de 496 metros cuadrados que Ignacio González adquirió a través de un paraíso fiscal y las cuentas suizas de Granados. A mí, pues, no me van a contar de qué va la vaina de una etapa en la que la sobresaliente gestión en lo institucional quedará para siempre empañada por la corrupción orgánica, que se inició con ese pecado original que es el Tamayazo. Nada que objetar, por tanto, a la imputación de Aguirre y Cifuentes. Mejor dicho, casi nada. Porque no es de recibo que la UCO sitúe a la histórica lideresa, de cuya integridad personal tengo cero dudas, en todas las reuniones en las que se gestó la financiación en negro pero apostille que «no sabe en qué fechas se celebraron». Un poco Torrente, ¿no creen? Lo de Cifuentes, que no es precisamente trigo limpio (tuvo que dimitir por robar en un supermercado), es igualmente dudoso. Se le investiga por la adjudicación de la cafetería de la Asamblea de Madrid al empresario Arturo Fernández. Obvian que era una más en la Mesa de Contratación y que, para más inri, la concesión venía informada favorablemente por los servicios jurídicos. El bombo que la muy mayoritaria izquierda mediática ha dado a estas imputaciones se antoja normal: es la caza mayor que esperaban como agua de mayo. Lo que no resulta tan de recibo es el cuasiunánime silencio sepulcral mediático con los ERE andaluces. Cuando son magnitudes incomparables: en el primer caso hablamos de 10 millones saqueados, en el segundo de 855 millones de «fondo de reptiles». El PP black ha provocado la imputación de 72 personas y los ERE de 300. Con otra sutil diferencia: Chaves y Griñán ya han sido enjuiciados, vamos, que ya han calentado banquillo durante 517 días. Para más señas, al segundo le piden seis años de prisión. Hagamos un experimento: ¿cuántas veces han oído hablar de los ERE? ¿Cero, una, dos, tres a lo sumo? Cosas de la brutal descompensación mediática patria. ¿Cuántas de Púnica o Lezo? ¿Cien, doscientas? Así le va a nuestro centroderecha, que olvida que la opinión publicada es, antes o después, la opinión pública. A ver si se enteran de una puñetera vez.