Opinión
Execrables minorías
Una minoría violenta sigue secuestrando a la sociedad catalana, sometiéndola a una situación inadmisible en un estado de derecho. El Gobierno tiene la responsabilidad y la obligación de responder con firmeza a quienes atacan el orden, alteran la convivencia y contravienen las leyes. Todo esto ha sido provocado por unas detestables minorías, una minoría de políticos irresponsables que han emplazado a una mayoría a prestar apoyo político al independentismo hasta llegar al sedicioso intento de secesión, una minoría de egoístas empresarios ávidos de mejorar su posición económica que vieron en la independencia una oportunidad para hacer negocio y enriquecerse a costa del sufrimiento del resto de ciudadanos, y ahora, una minoría radical violenta y organizada que tiene secuestrada a la sociedad catalana obstaculizando el ejercicio de los derechos más básicos. Nos han conducido a un presente en el que los partidos independentistas se encuentran frustrados y en una vía muerta, en el que miles de empresas se han trasladado fuera de Cataluña, provocando una sociedad asustada y atemorizada por una minoría violenta que no encuentra una contundente condena por parte del independentismo político. Un ejemplo gráfico de lo que es el nacionalismo independentista catalán lo encontramos en un suceso en el que una ciudadana imploraba a un grupo de energúmenos que la dejaran pasar para ir al hospital, a lo que le contestaron que hablara en catalán y la dejarían pasar. Este ejemplo de exclusión y xenofobia nos sitúa en el epicentro de la cuestión, unas minorías irresponsables que han generado un grado de enfrentamiento social que costará mucho tiempo superar. El independentismo se sabe derrotado, y en esta derrota reacciona con su perfil más radical provocando desorden y angustia en los catalanes, y esto exige una reacción firme del Gobierno de España. La moderación no es incompatible con la firmeza, y la invocación del diálogo no debe impedir la aplicación de las leyes ni convertirse en alternativa a esa aplicación. El nacionalismo catalán ha intentado cuestionar la imagen y la reputación de España, una España con una democracia abierta e inclusiva, y esto nos obliga a defendernos de los excesos y mentiras de los líderes independentistas. Ahora acude en su auxilio el nacionalismo radical y violento, y ante ello, no cabe más respuesta que la ley, pero aplicando toda la ley.
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