Opinión
La capo Irena señala
Los nazis lo hacían con los judíos rotulando un tan claro como aterrador «Jude» en las puertas de sus domicilios o comercios. La mafia simplemente te visita, te plantea contratar «protección» y, si no aceptas, te rompe los cristales. Los chavistas apuntan con el dedo índice la casa que te quieren robar, exclaman «¡exprópiese!» y en un pispás tu hogar pasa a manos del sinvergüenza bolichico de turno. Los podemitas se están comportando como un mix de todo esto con una barcelonesa, Esther Argerich, a la que han señalado mafiosamente por osar subir el precio del alquiler de una vivienda de 140 m2 y cinco habitaciones a un matrimonio con tres hijos, dos de ellos emancipados.
Los inquilinos que ni están en el paro ni son pobres han abonado durante una década 1.000 euros mensuales por un piso situado ni más ni menos que en el Ensanche, en pleno centro de la capital catalana. Para que se hagan una idea de qué estamos hablando, esto es como si te arriendan por esa cifra una casa de las mismas características en la madrileña Castellana, en el barrio de Salamanca o en Chamberí. Un chollo por no decir un regalo. La nueva cifra requerida por la infausta propietaria es de 1.300 pavos, que sigue siendo una ganga teniendo en cuenta que el precio real se sitúa en unos 2.000, tal y como indica la biblia del sector, Idealista. Los jetas de los arrendatarios dijeron «¡no!» y se dirigieron al tan podemita como siciliano Sindicat de Llogateres (Sindicato de Inquilinos) para que hicieran a Argerich una oferta de ésas que no se pueden rechazar. Dijo «no». Consecuencia: la escracharon en el trabajo y en su hogar y en una de esas actuaciones matoniles contaron incluso con la colaboración de TV3.
Ahora han entrado en acción Irena Montera, la capo consorte de esa SL que es Podemos, el inefable Mayoral y la iletrada Belarra. Las unas y el otro han facilitado urbi et orbi la identidad de la desdichada propietaria en un comportamiento claramente ilícito que, para más inri, se carga el derecho a la propiedad privada consagrado en el artículo 33 de la Constitución. No les pasará nada porque están aforados. Tiempo al tiempo. Pero, entre tanto, yo he dado con la solución habitacional para los caraduras inquilinos: que les hagan un hueco en el casoplón de 270 m2 de Galapagar. Seguro que los Iglesias-Montera estarán encantados.
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