Opinión

Despropósito

En los últimos días se han producido dos significativos hechos en relación con el presidente en funciones Sánchez. El primero es que la Junta Electoral Central ha decidido abrirle un expediente sancionador por su uso electoralista de La Moncloa para una entrevista como candidato del PSOE concedida el viernes 25 de octubre, al vulnerar el principio de neutralidad de los poderes públicos en periodo electoral; además, le incoa otro expediente a la ministra Portavoz, por el uso electoralista de la rueda de prensa del Consejo de Ministros. En este hecho concurren dos aspectos que lo hacen especialmente grave, y es que este expediente se incoa tras haberse efectuado por parte de la Junta Electoral un previo apercibimiento para que se abstuviese de vulnerar el principio de neutralidad, así como la circunstancia de que es la primera vez que se produce este hecho, lo cual pone de manifiesto la contumaz persistencia ya detectada en las anteriores elecciones del uso partidista de los poderes públicos por parte de Sánchez y su gobierno. El segundo hecho es la reciente declaración del propio Sánchez calificando de «inaceptable» la sentencia del Tribunal Constitucional que avala el despido de un trabajador por absentismo laboral aunque sea una causa justificada, diciendo a renglón seguido que tras las elecciones, si sigue gobernando obviamente, promulgará un cambio de los «aspectos más lesivos» de la reforma laboral, en el que se incluiría el extremo avalado por el Constitucional. Nadie duda del derecho a criticar una sentencia del Alto Tribunal, y por supuesto, a proponer cambios en la legislación vigente, y ello al margen de que la propuesta parece mas propia del ejercicio de una ideología adecuada en la Inglaterra de la primera revolución industrial que de un país con una gran justicia social como es la España actual; más lo preocupante es que se cuestione de forma tan aviesa al alto Tribunal en un momento en el que por análogas razones, aplicar el ordenamiento jurídico, lo hace el independentismo catalán. No todo vale en campaña electoral, quien aspira a ser el presidente de todos los españoles tiene que conducirse con un cierto grado de responsabilidad y racionalidad. «Se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo», decía Lincoln.