Opinión

Odio nacionalista

Cataluña es uno de los temas centrales de campaña, lo cual es muestra de la preocupación generada en la inmensa mayoría de los españoles. De nuevo, el PSOE introduce la plurinacionalidad en el debate, y ello, con tan poca convicción como énfasis, pero el PSC manda. El verdadero problema no está en los conceptos sobre los que se pueda debatir, nación política y nación cultural, sobre la plurinacionalidad desde este último concepto, sobre el modelo territorial, etc. El problema reside en el nacionalismo radical, que se ha ido alimentando desde los diferentes gobiernos de la Generalidad y desde sus dirigentes hace muchos años. Nunca han renunciado al nacionalismo radical, nunca han renunciado al conflicto civil, lo cual los hace a unos y otros corresponsables de lo que está sucediendo, unos por falta de dignidad y otros por cobardía. Eso sí, algunos con injustificados y groseros aumentos patrimoniales. En el nacionalismo no hay nada racional, solo emociones y la peor de todas, el odio. El nacionalismo radical catalán necesita este aliado para iniciar su especial guerra, el odio, odio alimentado a lo largo de muchos años, creando un sinfín de agravios con la España nos roba. El odio que tiene una base histórica es de fácil creación, pero también lo puede ser el odio sin antecedentes históricos, y así se ha hecho en Cataluña, instituyendo un peligro imaginario, lo español, identificado especialmente con eso que se denomina Madrid. ¡Ni Felipe II hubiera podido imaginar que cambiando la capitalidad del Reino de Valladolid a Madrid hubiera provocado que el Valladolid haya podido jugar en el Camp Nou sin problemas y el Madrid no! Estos predicadores del odio desde hace muchos años han instaurado un sistema basado en el supremacismo y la exclusión, propio de cualquier sistema fascista o comunista, y han configurado un régimen de apartheid de todo aquello que no defienda el catalanismo. La principal característica del nacionalismo, a diferencia del patriotismo, es que el nacionalismo necesita un enemigo. Sin un enemigo no puede existir; pero no solo lo buscan más allá de sus fronteras imaginarias, lo han marcado dentro, y han logrado fracturar la sociedad, y me temo que durante mucho tiempo. Esta situación nos exige un gran esfuerzo de común empatía para superar esta aberrante coyuntura en términos de convivencia. Hay que actuar.