Opinión
Aburrimiento
Por eso de la responsabilidad profesional, vi completo el debate. No deseo resultar negativo, pero tampoco hay que ser un genio para darse cuenta de que la política española no pasa por sus mejores momentos. Tras escuchar a dos jóvenes señalar que lo que les preocupaba era que no hubiera una mujer en el debate y el calentamiento global – ¿está degenerando o no está degenerando esta sociedad? – y asistir al brindis de Pablo Iglesias a las señoras de la limpieza estuve a punto de cerrar el ordenador y agarrar un libro. Resistí, sin embargo, por eso de no ser como los asistentes habituales a las tertulias que hablan de lo que no han visto y les da lo mismo si es una sentencia judicial o China. Pedro Sánchez desgranó los objetivos de la agenda globalista y anunció que se va a pasar cuatro años desenterrando cadáveres mientras agachaba la cabeza con gesto mohíno cuando le daban para el pelo los otros cuatro igual que el niño al que los padres le afean ser un vago de siete suelas y baja la testuz como los bueyes. Pablo Iglesias no pudo suplicar más que le dejen gobernar en coalición a ver si puede practicar la estrategia comunista del salchichón e irse zampando el estado rodajita a rodajita. Albert Rivera golpeó a uno y otro lado, pero poco se puede dudar de que aquella época en que parecía que podía aspirar a la presidencia del Gobierno ha pasado como a muchas señoras se les pasa el arroz esperando al príncipe azul mientras llevan vidas de mozas del partido. Pablo Casado anduvo correcto, pero cada vez que formulaba una promesa me recordaba que afirmaciones semejantes habían sido proferidas por Mariano Rajoy para luego chotearse de sus electores soltando la cadena a Montoro y me decía aquello de a Dios pongo por testigo de que nunca más volveré a votar al PP. Santiago Abascal señaló –y es cierto– que ha logrado que entren en el debate político cuestiones pactadamente tabú como la desaparición de las autonomías, las falacias de la ideología de género, el desastre que significa la inmigración ilegal o la amenaza globalista, pero dejándome con la duda de hasta dónde podría llegar en un gobierno de coalición con el PP y Ciudadanos. Debo estar haciéndome viejo porque si tengo que calificar con sólo una palabra el debate sería aburrimiento.
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