Opinión
Independentismo violento
Ya decía Orwell en un comentario crítico al libro de Bertrand Russell, Un Nuevo Análisis Social, que ante el grado de fraude y engaño de estos tiempos (1939), la primera obligación de las personas inteligentes era la repetición de lo obvio. Que España es una democracia no militante es algo obvio, y así lo ha declarado nuestro Tribunal Constitucional, que las ideas y su expresión no delinquen, es un principio del derecho penal liberal, así como la libertad de conciencia, pero con límites, la generación de odio y la incitación a la violencia; el Estado no puede castigar a nadie por lo que piensa sino por lo que hace, y cuando este principio fundamental es vulnerado, aparece el totalitarismo. Nuestra Constitución no proscribe ideologías, mas la Ley de Partidos Políticos establece que un partido político será declarado ilegal cuando su actividad vulnere los principios democráticos, particularmente cuando con la misma persiga deteriorar o destruir el régimen de libertades o imposibilitar o eliminar el sistema democrático, mediante alguna de las conductas que la propia ley determina, y entre ella nos encontramos alguna como es la de fomentar, propiciar o legitimar la violencia como método para la consecución de objetivos políticos. En este parámetro legal, es donde se deben interpretar los términos atentar y atentado, cuya definición gramatical resulta clara, todo acto criminal contra el Estado, una autoridad o contra cualquier persona o cosa, con la finalidad de alterar el orden establecido. La pregunta es ¿qué demócrata puede estar en contra de esto?, y ¿quién puede estar en contra de que cuando un partido político reivindique la independencia de una parte de España promoviendo la violencia, no puede y debe ser ilegalizado? Reclamar la independencia de una parte de España por cauces democráticos es algo plenamente legal, más lo que está prohibido es utilizar la violencia o fomentar el odio. No debemos sucumbir ante los intentos de imposición del pensamiento único, propios del mundo orwelliano de 1984 que de una España del silo XXI, precisamente el pluralismo político permite la existencia de diferentes opiniones y también han de ser respetadas. Aunque está muy manida, no me resisto a citar la famosa frase de Maquiavelo: «El que tolera el desorden para evitar la guerra, tiene primero el desorden y después la guerra».
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