Opinión

Gobernar para sumar

En el momento en el que escribo este artículo desconozco los resultados electorales y lo que ha sentenciado el pueblo español; personalmente deseo que a partir de mañana comience Pablo Casado la búsqueda de apoyos para poder constituir el mejor gobierno para España. ¡La voluntad popular dirá! Estas son unas elecciones cuyo fin es superar el bloqueo al que nos llevó un presidente en funciones incapaz de buscar apoyos suficientes para comenzar a hacer aquello que nunca ha hecho, gobernar para sumar. Pase lo que pase, muchos imputan la actual situación a la Ley Electoral, no asumiendo que el resultado es lo que el pueblo ha querido, como así ha sido desde 1977. La ley electoral se puede reformar para que su forma de atribución de escaños sea todavía más proporcional, algo que agravaría notablemente el problema, o avanzar hacia un sistema de mayor prima a los más votados. La propia ley electoral en su exposición de motivos ya adelanta que nos encontramos ante el desarrollo de una de las normas fundamentales de un Estado democrático, en tanto que sólo nos podemos afirmar en democracia cuando el pueblo puede libremente constituir la decisión mayoritaria de los asuntos de Gobierno; también expresa que la Constitución Española se inscribe, de forma inequívoca, entre las constituciones democráticas más avanzadas del mundo occidental, y por ello establece las bases de un mecanismo que hace posible, dentro de la plena garantía del resto de las libertades políticas, la alternativa en el poder de las distintas opciones derivadas del pluralismo político de nuestra sociedad. Sea cual sea el sistema electoral, de lo que no cabe duda es que debe gobernar el que mas sume sin restar, esto es, el que sin haber obtenido una mayoría suficiente recabe de sus adversarios apoyo inclusivo y no excluyente; no se debe pactar con los que pretender dividir España, con los que no creen en España, con los que no apuestan por un proyecto común, aun siendo legítimo defender otro. Hay que sumar para que España gane y no para que España pierda, porque cuando España pierde perdemos todos. Hay que gobernar sin dividir, y España ha sufrido el último año y medio un gran ejercicio de división. La Constitución y el espíritu que la alumbró son un buen punto de partida.