Opinión
Aguado, fijo en el puzle de Cs
No están siendo días fáciles en Ciudadanos, con sus dirigentes aún perdidos entre lo que fue y lo que será. En las últimas horas, al roto emocional de la marcha de su líder, Albert Rivera, se han añadido los «adioses» de su secretario general, José Manuel Villegas, y su experto en estrategia y comunicación, Fernando de Páramo. Ambos se apartan para dejar vía libre a la renovación. Les honra su generosidad.
Y mientras, casi todo el mundo en Ciudadanos mira a Inés Arrimadas y a sus primeros pasos para resucitar a un partido arrollado por el tsunami electoral.
Para acompañarla ya emergen algunos nombres importantes. El primero, sin duda, es Ignacio Aguado. El vicepresidente de la Comunidad de Madrid es el barón que más poder e influencia acumula y el que mayores éxitos ha cosechado en las últimas citas electorales. Ahora mismo, Aguado, es el político «regional» de Ciudadanos con mayor grado de conocimiento y valoración entre los simpatizantes del partido. No es poca cosa.Aguado incluso sopesó hace unas semanas dar el paso para presidir la formación, pero una conversación con Arrimadas le hizo reflexionar. Sus altas responsabilidades institucionales en Madrid son incompatibles con un liderazgo que va a reclamar a quien lo ocupe dedicación exclusiva para relanzar el proyecto de centro que Rivera puso en pie.
Los dirigentes más influyentes de Ciudadanos, incluidos los más próximos a Arrimadas, dan por hecho que el vicepresidente madrileño está llamado a jugar un papel decisivo en el nuevo equipo que salga de la Asamblea Ciudadana de marzo. Así parece acordado con la misma Arrimadas, que quiere contar con uno de sus más influyentes barones, junto al andaluz Juan Marín, vicepresidente de la Junta.
Aunque todos asumen que en esa nueva ejecutiva otros políticos naranjas tendrán que ser atraídos alrededor de la actual portavoz en el Congreso. Como el eurodiputado Jordi Cañas, un hombre del núcleo fundacional del partido en Cataluña, muy respetado y con avales de peso como los de Juan Carlos Girauta o el barón de Castilla y León, Francisco Igea.
Nadie duda tampoco de que Arrimadas sumará a varios de los diputados que han sido santo y seña de la formación en las dos últimas legislaturas: políticos jóvenes y preparados como Patricia Reyes, Marta Martín, Melisa Rodríguez o Guillermo Díaz. Por descontado, estarán muy cerca de ella personas con quienes guarda tanta complicidad y afinidad como Begoña Villacís y Marta Rivera de la Cruz.
Inés Arrimadas sabe que tiene por delante una tarea colosal. Las crisis de los partidos las generan los votantes cuando dejan de elegir sus papeletas y las resuelven ellos también si vuelven a introducirlas en las urnas. El panorama para la nueva dirección que arranque en marzo no puede ser más «diabólico». Las dos primeras elecciones que le aguardan en 2020 son las gallegas y las vascas. En ambas comunidades Ciudadanos es irrelevante y todavía debe decidir si acepta la oferta del España Suma lanzada por el PP. La tercera cita en el horizonte son las catalanas. Otra china en el zapato. Porque, aunque en las últimas autonómicas, con la propia Arrimadas al frente, el partido naranja fue el más votado, el 10-N fue superado por Esquerra, el PSC y Junts.Con todo, Arrimadas ha demostrado talento, ser una mujer muy valorada por españoles de casi todas las ideologías, amén de poseer un encomiable sacrificio por sus ideas. Pero, a esas cualidades, deberá añadir un equipo sólido que aporte credibilidad a todo el proyecto. Lógicamente, el «ticket» Arrimadas-Aguado es una buena tarjeta de presentación para arrancar la compleja remontada.
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