Opinión

¿Por qué callas, Carmen Calvo?

Sólo Pablo Iglesias con su «azotaría a Mariló Montero hasta que sangrase» supera en salvajada machista al concejal socialista del pueblo valenciano de Ador. Ángel Mascarell, que así se llama el pájaro, se autoformuló en Facebook una pregunta que sólo recordarla provoca arcadas: «¿Soy el único que ve que Cayetana Álvarez de Toledo tiene un pene atravesando la garganta?». Con todo, lo peor no es el vómito de este anormal sino el silencio cómplice de las socialistas en particular y de las feministas en general. La vicepresidenta Carmen Calvo, tan activa a la hora de denunciar el machismo de sus adversarios ideológicos (lo cual está muy bien), se ha mostrado muy pasiva a la hora de censurar la repugnante afirmación de su correligionario Mascarell (lo cual está muy mal). Aún no ha dicho esta boca es mía. Ni ella ni ninguna otra insigne socialista. Por ejemplo, Batet, Lastra o la nueva presidenta del Senado, Pilar Llop, que soltó hace meses una peligrosa hipérbole: «Una democracia en la que la mitad de la población ejerce la violencia sobre la otra mitad no es democracia». «¿Por qué a estas horas, cuando han pasado 72 desde la bestialidad, continúan muditas?», se preguntarán ustedes. La respuesta es perogrullesca: porque emplean el feminismo para algo más que la defensa de la igualdad entre hombres y mujeres. Lo sacan de la chistera cada vez que hay que matar civilmente a un adversario pero lo mantienen en el baúl de los recuerdos cuando de amonestar a uno de los suyos se trata. Ningún personaje relevante de la izquierda salió a poner el grito en el cielo cuando se conoció que en un chat de Podemos Pablo Iglesias había lanzado una afirmación sobre Mariló Montero que muestra su sádica psique. El mismo silencio sepulcral se repitió cuando el vicepresidente in péctore apuntó en la tribuna del Congreso que Andrea Levy «se calienta con Miguel Vila». Todo porque la popular había osado decir que el diputado podemita le parece «atractivo». A Calvo y a Lastra sólo les preocupa y ocupa intentar desmentir que este impresentable sea socialista. Los hechos las dejan en mal lugar: este año fue en la lista a las municipales de una confluencia de Compromís y PSOE y en las de 2015 en la del PSOE. Por si fuera poco, sus paisanos se refieren a él como «la cabeza visible del PSOE en Ador». Esto no es feminismo, es cinismo.