Opinión

Sentido de Estado

El Rey Felipe VI en su discurso de Navidad reconoce que Cataluña es una de las serias preocupaciones que tiene España y ha apelado a fortalecer, especialmente, el entendimiento dentro de la Carta Magna, y como era de esperar ha provocado críticas desde sectores nacionalistas e independentistas, nada nuevo. Por ejemplo, en su libro de memorias «Notas de una vida» (1947), el Conde de Romanones ya escribía: «En mi frecuente paso por el Gobierno, he aprendido que la atención de los ministros ha estado absorbida constantemente por Cataluña; cuando no era una cosa, era otra; huelgas, regionalismo, separatismo, sindicalismo, proteccionismo. Si el resto de España hubiera originado iguales preocupaciones, la vida ministerial habría sido imposible», toda una premonición. La tensión política en Cataluña es innegable, y lo extremadamente grave es que esta tensión política se ha trasladado a la sociedad como consecuencia de la irresponsabilidad y egoísmo de una clase política nacionalista que ha generado de forma artificial un malestar en la ciudadanía por necesidades que solo tenían los políticos y algunos empresarios coadyuvantes de la quimera independentista, pensando que podían obtener lucro económico en un proceso independentista. La vuelta al entendimiento y la concordia requiere un esfuerzo común que supera un posible acuerdo entre el PSOE y ERC, acuerdo inspirado por necesidades políticas que nada o poco tiene que ver con la solución de la cuestión catalana, sino con agendas propias de sus líderes. La agenda de ERC ha recibido una ayuda del estado de derecho que tanto denuesta tras la condena de Torra, puesto que este último, o bien es apartado de su cargo por inelegibilidad-incompatibilidad sobrevenida, o en cualquier caso no puede ser candidato por inelegibilidad en unas hipotéticas elecciones autonómicas tan temidas por ERC si llegan a un acuerdo con Sánchez. En cualquier caso, resulta preocupante comprobar cómo se pretende manosear el estado de derecho al servicio de intereses partidistas muy alejados del interés general. Mas como decía Ortega y Gasset «La soberanía significa la voluntad última de una colectividad…. Y si algunos en Cataluña, o hay muchos, que quieran desjuntarse de España, que quieran escindir la soberanía… es mucho más numeroso el bloque de los españoles resueltos a continuar reunidos con los catalanes». El sentido común en estos momentos pasa por el sentido de estado.