Opinión

Las niñas violadas

En Baleares, con gobierno del PSOE, Podemos y los independentistas de Més, ha sido prostituida la práctica totalidad de las niñas tuteladas por el Institut d’Afers Socials (IMAS). El Diario de Mallorca sostiene que los funcionarios informaron de los hechos «a las autoridades políticas y policiales, sin que se hubieran tomado medidas efectivas». Según el periódico las violaciones y el tráfico sexual eran conocidos por los funcionarios de «otras administraciones» y «las altas instancias de los organismos involucrados». Las menores son inducidas a la prostitución por sus compañeros, también menores. Aprovechan las frecuentes escapadas de los centros para mercadear con ellas. Una noticia monstruosa, equiparable en náuseas a las teóricas redes de pederastia en la Bélgica del caso Dutroux. Con la diferencia de que en Mallorca, lejos de resbalar por pendientes paranoicas, hablamos de sucesos que casi nadie discute. «La prostitución se extiende a la totalidad de las niñas acogidas en centros de Mallorca», titula El Periódico de Catalunya. Uno espera ojiplático que los grandes pistoleros alzados contra el heteropatriarcado salgan en tromba a cortar cabelleras. Durante los últimos tres años los funcionarios han elevado mil y un informes mientras las autoridades se rilaban. Por cada niña ofrecida a un pederasta los desmoralizados trabajadores del IMAS, hartos de acumular denuncias, fueron agraciados con un cursillo para prevenir la explotación sexual. Se empieza por desjudicializar la política, esto es, por evitar que las élites políticas estén sujetas al cumplimiento de la ley, se arranca por garantizar la impunidad de los delincuentes políticos, y luego ya, todo seguido, acabas por desjudicializar los delitos sexuales y permitir que los violadores gocen de bula. Entre tanto, en la agotadora, ardiente e hirviente lucha diaria contra el heteropatriarcado que nos mata una Victoria Rosell, delegada del gobierno para la violencia de género, ha propuesto aplicar el 155 en Murcia. Daría risa si no fuese porque en Mallorca las niñas son violadas y los encargados de velar por ellas se dedican a numerar crepúsculos e impartir asignaturas terapéuticas mientras la presidente de Baleares, Francina Armengol, y el resto de su gobierno, todavía no han dimitido. Y así pasan los días, la luz de enero declina azul, el pin parental y murciano nos entretiene cantidad y estamos cerca de asumir como animal de compañía o fenómeno atmosférico un escándalo que debiera de monopolizar una conversación nacional menos putrefacta.