Opinión
Propaganda en Davos
Miedo a flor de piel. Fue el sentimiento que recorrió a la patronal en vísperas del Consejo de Ministros del martes. Con la economía en preocupante desaceleración y el recorte de paro dando señales de fatiga, el alto mando de la CEOE sospechó que, en un golpe de mano, Pedro Sánchez llevaría a la cita semanal de su gabinete su contrarreforma laboral. Habría protagonizado así el encuentro de este mismo miércoles de los órganos de gobierno de los empresarios, que, con Antonio Garamendi al frente, se hallan inmersos en un debate sobre cómo manejarse ante el Gobierno de coalición con Unidas Podemos. Así anda el patio. Tal es la lógica desconfianza en Sánchez de esos patronos señalados por miembros del Ejecutivo como «malvados de tomo y lomo». Nada hizo por ahora el presidente, aunque las espadas prometen mantenerse en alto.
En su desembarco en Davos, a Sánchez le correspondía ahuyentar ante el mundo económico la idea de que está dispuesto a ponerlo todo patas arriba. Sus guionistas han negado reiteradamente que exista desazón en el exterior por la cohabitación con los morados. «No hay inquietud», repiten. Pero bien sabe Sánchez que se la está jugando en el terreno de la credibilidad. Seguramente por ello, dentro de su agenda mantuvo un encuentro con un grupo selecto de inversores, fondos de capital riesgo y bancos de inversión, entre otros. Una cita aireada con ahínco desde La Moncloa cuando se acumulan los pronósticos de crisis y el deterioro de la coyuntura mundial debería encender las luces rojas.
La paradoja es que, mientras aumentan los efectos de la contracción económica, Nadia Calviño reclama a Bruselas mayor margen de déficit para compensar los daños con guiños populistas. Más gasto… pero ninguna medida a la vista encaminada a paliar el desfavorable contexto corroborado por el FMI, último organismo en trazar un panorama gris para el cuadro patrio, con una ralentización de nuestro crecimiento. Complicado lo va a tener Sánchez para seguir tirando de chequera y contentar a medio y largo plazo la voracidad de su vicepresidente, Pablo Iglesias. Solamente entre la subida de las pensiones y el aumento salarial a los funcionarios, la coalición ya ha comprometido unos 5.000 millones de euros. Y los datos son tozudos. A atarse los machos, españolito de a pie: esta ronda la vamos a pagar entre todos.
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