Opinión
No podemos claudicar
Tal día como hoy, 10 de febrero, coinciden dos efemérides de muy diferente signo y que son expresión de lo mejor y lo peor de la Historia de España. En 1926, el hidroavión «Plus Ultra» que había partido de Palos de la Frontera llega a Buenos Aires en lo que fue la primera vez que se realizaba la travesía del Atlántico en sentido este-oeste; en 1939, las tropas franquistas culminan la ocupación de la Cataluña Republicana. El vuelo, paradójicamente comandado por Ramon Franco, hermano del General Franco, levantó una oleada de admiración, reconocimiento y entusiasmo mundial. La ocupación de Cataluña tras la batalla del Ebro supuso prácticamente el final de una de las guerras civiles mas cruentas del siglo XX, en un país dividido por la sinrazón de sus políticos que no supieron dirimir sus diferencias por métodos democráticos, y que arrastraron a todo un pueblo a una sangrienta confrontación. En España hemos sido capaces de ejecutar las más elevadas gestas y hemos perpetrado las perores ignominias; pero no nos engañemos, un pueblo no se enfrenta a sí mismo, lo utilizan febriles y delirantes políticos que embebidos de su propia soberbia y radical ideología se creen con el derecho de usar a los ciudadanos para convertirlos en un elemento de violenta presión para conseguir lo que no ganan en las urnas y lo que no alcanzan mediante instrumentos democráticos. En la España actual late esta fatal contradicción en forma de paradoja, y el responsable es y será el que ha asumido el papel protagónico de presidir el Gobierno de España. Su reunión con el condenado e inhabilitado Torra se incardina en una nueva encrucijada, apostar por convencer a los soliviantados, a los que persiguen la ilegalidad y el enfrentamiento con el Estado, o apostar por el cumplimiento de la ley estando al lado de aquellos que defendemos el estado de derecho. Gestos genuflexos aun inconscientes ante Torra, pueden suponer la representación plástica de una actitud entreguista y claudicante que España no se merece. El Estado no tiene pared pero sí tiene abismo, y signos de aparente claudicación ante los que que quieren acabar con España nos conduce al mismo. La firmeza de la mayoría y defender el interés general con responsabilidad son las mejores medidas para combatir los peligros que acechan.
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