Impuestos

El mito de la baja presión fiscal

La media impositiva española es algo menor que la de Unión Europea y está en línea con la de los países de la OCDE. Los impuestos españoles al patrimonio, en teoría sobre la «riqueza», son quizá los más altos del mundo

Sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. Comparecen el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, María Jesús Montero, Félix Bolaños, Fernando Grande-Marlaska, Oscar Puente. Asisten por el PP Alberto Nuñez Feijoo, Ester Muñoz, Miguel Tellado, por Vox Santiago Abascal, y Gabriel Rufian (ERC), Míriam Nogueras (Junts per Catalunya) y Mertxe Aizpurua por (Bildu)
Pedro Sánchez y María Jesús Montero en un pleno del CongresoAlberto R. RoldánLa Razón.

John Maynard Keynes (1883-1946), el economista más influyente del siglo XX, que vuelve a ser reivindicado sobre todo por los que apenas lo han leído y mucho menos comprendido, también era un diletante que decía que «evitar los impuestos es el único esfuerzo intelectual que tiene recompensa.»

La presión fiscal en España, según la creencia más extendida, fomentada por la izquierda más radical, es baja, sobre todo para los ricos. Esa creencia, por muy arraigada que esté, es falsa. La media impositiva española es algo menor, muy poco, que la de Unión Europea y está en línea con la de los países de la OCDE. Al mismo tiempo, los impuestos españoles al patrimonio, en teoría sobre la «riqueza», son quizá los más altos del mundo. Sí, los más altos. Los datos están ahí y las comparaciones son escandalosas. Los muy ricos franceses, multimillonarios, han puesto el grito en el cielo por la propuesta de los socialistas galos de implantar la llamada «tasa Zucman», por el nombre del economista que la propuso, Gabriel Zucman. Todo consiste en que los contribuyentes con un patrimonio –incluidas empresas, acciones y las plusvalías no realizadas– superior a los 100 millones de euros paguen un 2%. Para Eric Lartchevéque, fundador de la empresa de monederos cripto Ledger, valorada en 1.300 millones, la iniciativa es «colectivismo, comunismo», como ha declarado al «Financial Times». Bernad Arnault, consejero delegado de LVMH, cree la medida representa un «claro deseo de destruir a la economía francesa» y tilda a Zucman de activista de extrema izquierda.

En España, aunque pase inadvertido excepto para los contribuyentes que lo sufren, ese 2% que quieren aplicar a los superricos franceses ya lo tienen que pagar quienes posean un patrimonio superior a 5,2 millones de euros, pero los que tienen más de 2,6 millones deben contribuir con un 1,7%, y los que superan los 10 millones deben apechugar con un 3,5%. Es cierto que hay algunas deducciones y mínimos exentos, que algunos quieren eliminar, pero eso no impide que el gravamen patrimonial –sobre la riqueza– sea, digan lo que digan, el más alto del mundo y quizá por eso deja de ser un chiste o una ocurrencia de diletante británico la afirmación de Keynes.