Opinión
Polémicas fugaces
Que Sánchez critique a la derecha de retrograda entra dentro del normal guion de una lucha partidista propia de una democracia, pero que considere la situación en Venezuela o Cataluña como polémicas fugaces de la derecha, amén de una frivolidad, supone banalizar estos dos temas tan importantes y dramáticos para lo política interior y exterior de España. Con el tema de Venezuela y su derivada del viaje de la vicepresidente del ilegal y antidemocrático régimen de Maduro en España, la posición del Gobierno de España es errónea, errática y caótica; cuando la Unión Europea decide reconocer a Guaidó como presidente encargado, lo es porque le está negando legitimación al Gobierno de Maduro, y por ello la alta Representante de la Unión Europea sobre Venezuela ha declarado a finales de 2019 que «el desmantelamiento del sistema de contrapoderes institucionales ha debilitado la democracia y el Estado de Derecho, mientras se cometen impunemente actos de represión –también contra miembros de la Asamblea Nacional– y graves violaciones de los derechos humanos». Esta situación no permite dudas, y la política de apaciguamiento con Maduro no solo es criticable, sino un indisimulado y peligroso giro. En segundo lugar, calificar de polémica fugaz lo que acontece en Cataluña poco comentario merece más allá de lo escandaloso e inconveniente de tales afirmaciones. La mesa de diálogo, el anuncio de la rebaja penal para los condenados por los actos sediciosos en Cataluña afectando al principio de legalidad penal, el desistimiento en la defensa del estado de derecho, etc., son hechos suficientemente graves para justificar no solo la crítica de los mismos, sino el despliegue de medidas que tiendan a cuestionarlas y dificultarlas, amén de intentar suplir al gobierno en la defensa del Estado; hacer una España cada vez más pequeña es un colosal error. A esta alarmante situación le acompaña un contexto de acciones y declaraciones que se traducen en el uso de una mano de seda con las comunidades que incumplen el déficit y guante de hierro con las incumplidoras, complacencia y genuflexión con los que desafían al Estado y cicatería ideología con los que son leales al estado, lo cual no es más que una consecuencia de un debate de investidura en el que su protagonista solo se dirigió a los que le votaron y a sus aliados.
✕
Accede a tu cuenta para comentar