Opinión

La estrategia de Warren

Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, deberá esforzarse para encontrar la combinación de gastos e impuestos que maximice la rentabilidad política y minimice el coste político de su ejercicio del poder.

Llegó a La Moncloa prometiendo subir el gasto y que solo lo pagarán los ricos. Como es mentira, urge ocultarla. A las prometidas subidas del gasto se unirá un freno en la actividad y la recaudación. El Gobierno no puede dar una imagen irresponsable con el déficit, tiene limitaciones para endeudarse, y no puede permitirse el riesgo político de que una mayoría de trabajadoras perciba que a quien Warren quiere sablear es precisamente a ellas.

El Gobierno se halla, por tanto, ante un problema político de primera magnitud. Su estrategia descansará en el siempre amigable chivo expiatorio. Como apuntó Jesús Rivasés ayer en LA RAZÓN, si no hay Presupuestos, Warren podrá convertir ese fiasco en un éxito, porque serviría de coartada para no subir los gastos de forma tan irresponsable, y, así, no dejar las cuentas descuadradas tan escandalosamente.

En el caso de los impuestos, tanto la izquierda como la derecha vienen jugando desde hace tiempo, auxiliadas por los expertos habituales, con la idea de que las exenciones, beneficios y deducciones fiscales, que nos vendieron como grandes inventos, ya no lo son tanto.

Entonces, hay que suprimirlos, pero cada vez que se suprime una deducción se están subiendo los impuestos.

Lo sabe el Partido Popular, que en los años tristes de Mariano Rajoy empezó a recortar las desgravaciones en el IRPF de las aportaciones a los planes privados de pensiones. No olvidemos que una de las reivindicaciones de Podemos es eliminarlas, es decir, subirles los impuestos a millones de trabajadoras.

Este debe ser el famoso progresismo feminista.

Warren sabe que eso tiene costes políticos, a poco de que usted, señora, se dé cuenta del truco. Entonces irá a por las deducciones en el Impuesto de Sociedades y en el IVA. Todo será, como siempre, dañino para el pueblo trabajador, pero no para Warren y sus secuaces, en la medida en que el pueblo no perciba que está siendo sableado, y que, por ejemplo, la tasa Tobin la pagará la gente corriente, como la tasa Google, cuando se apruebe, porque aquí Warren está «macronizándose».

Por fin, un punto político de sobresaliente importancia es la batalla contra la fiscalidad de Madrid. Aquí la izquierda va a jugar fuerte, acusando al PP de «insolidario», y procurando por todos los medios que los ciudadanos no asocien impuestos bajos con PP y prosperidad. Warren buscará aliados sin descanso. La patronal catalana acaba de salir en su ayuda, reclamando el fin de los impuestos bajos en Madrid. ¿Usted se creía que lo del pacto con los nacionalistas solo iba a tener costes políticos y no económicos?