Opinión

Feminismo

El feminismo es definido por la Real Academia Española como un principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre, y creo que ningún demócrata convencido puede objetar algo a esta definición. Ahora bien, esto no solo hay que compartirlo, sino asumirlo e interiorizarlo de tal modo que este valor inspire la actuación de una sociedad en su conjunto, tanto sus poderes públicos como sus integrantes. En torno al concepto se ha articulado lo que se denomina movimiento feminista, el cual está muy diversificado en la actualidad y es de gran complejidad. Paradójicamente la palabra «feminista» tiene un origen misógino, su uso se generalizó a raíz de un lamentable escrito de Alejandro Dumas hijo, «El hombre-mujer», en 1872, en el que describía un proceso similar al de los enfermos de tuberculosis refiriéndose a la manera en que un hombre podía «feminizarse» al apoyar la lucha de la igualdad de derechos. Hoy en día asistimos a una exaltación de un fenómeno profundamente radical, un movimiento partidario de destruir el sistema social actual, basado en el concepto de patriarcado, el cual es usado en muchas ocasiones como una auténtica arma arrojadiza para demonizar al adversario político. Esa semana hemos asistido a un paradójico y relevante hecho, en un mismo gobierno de izquierdas una parte acusa de machista a la otra, tan solo por no compartir criterios técnicos sobre la regulación en relación a los delitos contra la libertad sexual. Simplificando, Podemos acusa de machista al PSOE. Resulta lamentable que criterios técnicos sean cuestionados desde un punto de vista feminista sin alegar razones jurídicas, utilizando precisamente el feminismo como arma arrojadiza, algo muy típico de la izquierda más centrada, la cual ha tenido que soportar en sus propias carnes la demagógica medicina que lleva aplicando al centro derecha desde hace décadas. Esto debería provocar una llamada a la cordura y abandonar la demagogia de una vez por todas. La demagogia es una mal enemigo de la racionalidad y una ley penal defectuosa, el peor enemigo de las víctimas, en este caso de violencia sexual. Utilizar y patrimonializar un valor generalmente compartido por una sociedad plural como la española es incoherente y denota una clara falta de escrúpulos por quien así lo hace. El feminismo no se basa en odiar al hombre.