Opinión

Tomar nota

La forma infalible de identificar a los que te aman es comprobar si están ahí cuando los necesitas. Un cáncer, una bancarrota, un divorcio, son fórmulas eficaces. También una epidemia. El coronavirus permite establecer a quién le importamos. Traza una linde interesante entre los que arriman el hombro y los que estorban.
A la cabeza de la lista primera va el Rey, que por amor a España ha roto prácticamente con su padre y que acaba de conseguir 500.000 mascarillas de la plataforma China Alí Babá con su intermediación. Va el Ejército, que ha salido a una a limpiar instalaciones, trasladar material sanitario y montar hospitales de campaña. Van las policías, que han hecho posible la cuarentena domiciliaria. Van el PSOE y Pedro Sánchez, que bien o mal hacen cuanto pueden y van sanitarios, transportistas, comerciantes y distribuidores, farmacéuticos y todas las personas de bien que siguen trabajando. También quienes guardan su aislamiento con paciencia.
Enfrente están Pablo Iglesias y Quim Torra. El primero es un lastre horrible para el Gobierno, porque busca protagonismo por encima del bien general. El segundo envía a Europa mensajes contra España y dice mentiras a los catalanes, como ha denunciado la ministra de Defensa, Margarita Robles.
Cuando las personas se curan de una enfermedad o superan una desgracia, las agendas cambian. Se borran nombres otrora entrañables y se sustituyen por amigos leales, probados. La vida adquiere el sabor de una resurrección y se abren los ojos al afecto verdadero y el interés camuflado. Cuando todo esto pase, sería bueno tomar nota.