Opinión
Winston y Warren
Además de la primera letra y la última de sus nombres de pila, nada sugiere que Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, y Winston Churchill, el admirado político inglés, guardan semejanza alguna. Churchill está lejos de ser una personalidad intachable, y se plantearon razonables objeciones cuando recibió el Premio Nobel de Literatura en 1953. Pero era indudablemente un buen escritor, y nadie puso jamás en duda que sus libros fueran suyos. Precisamente, la duda es lo que separa a Winston de Warren, personaje como mínimo dudoso, puesto que está probado que en su gestión política prometió enfáticamente una cosa e hizo la contraria en un brevísimo espacio de tiempo. Churchill pudo ser acusado de demagogo y populista, es cierto, pero no de mentiroso, y sobre todo no de tan descaradamente mentiroso.
Dirá usted que tampoco es para tanto, porque todos los políticos mienten, y si hay dudas sobre la autoría de Warren de su propia tesis doctoral, también las hay sobre «Perfiles de coraje», que el joven senador John Fitzgerald Kennedy publicó en 1956. Ganó el Premio Pulitzer, nada menos, y el libro había sido en buena parte escrito por su asesor Ted Sorensen. Sea como fuere, y aunque es posible que el juicio de sus contemporáneos y de la posteridad sea más severo para el político español que para el británico, sí hay un interesante paralelismo entre ambos. Se trata del esmero con el que elaboraron y protegieron su propia imagen.
Por controvertido que haya sido su Premio Nobel, Churchill era un escritor muy cuidadoso cuando se trataba de él mismo. Las películas que hemos visto recientemente, en general bastante laudatorias, suelen coincidir en el celo y paciencia extraordinarios con los que preparaba sus discursos, revisándolos una y otra vez para asegurarse de su máximo impacto. De haber vivido hoy, seguro que estaría pendiente de la televisión y las redes sociales, como Warren y sus secuaces.
Por cierto, hablando de paralelismos, usted puede intentar tranquilizarse pensando que nos libraremos de Warren incluso si obtiene crédito por la superación de esta tragedia del coronavirus. Después de todo, Winston Churchill ganó la guerra y perdió las elecciones en 1945. Pero conviene no olvidar que las volvió a ganar en 1951.
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