El desafío independentista
“La pequeña política”
España es una gran democracia y todos podemos expresar libremente nuestras ideas. Una demostración de ello es que los independentistas gobiernan Cataluña y nada impide que muestren sus posiciones políticas
Es posible que sea demasiado optimista, pero me gustaría que los votantes independentistas, que respeto aunque es obvio que no comparto sus ideas, se dieran cuenta, por fin, del nivel de sus líderes políticos. España es una gran democracia y todos podemos expresar libremente nuestras ideas. La mejor demostración de ello es que los independentistas gobiernan Cataluña y nada impide que muestren sus posiciones políticas, aunque resulten muy cansinas.
Otra cuestión distinta es el «golpe» que intentaron contra la Constitución y el Estatuto que fue un rotundo fracaso. Algunos de sus líderes cumplen condena firme por los delitos cometidos mientras que el cobarde Puigdemont y los suyos se dieron a la fuga. Es verdad, también, que el independentismo no respeta las reglas de juego democráticas, utiliza las instituciones de forma partidista y ha convertido los medios de comunicación públicos en un instrumento de propaganda.
Lo es, también, que no hay una situación de normalidad política debido a la sistemática estigmatización de los que discrepan de ellos. Un gran número de escuelas, institutos y universidades, algunas incluso privadas, son instrumento de un adoctrinamiento nacionalista de mayor o menos intensidad.
Esta terrible crisis ha mostrado las carencias del gobierno catalán así como la exasperante mediocridad de sus dirigentes. Llevan muchos años ocupados y preocupados sólo en la ensoñación de la independencia sin importar que personas preparadas estuvieran al frente de las instituciones. Es cierto que es un mal que no es privativo solo de Cataluña y sus administraciones, pero que ahora se muestra con una mayor claridad.
Esa visión mezquina contra las Fuerzas Armadas, formadas por servidores públicos de todos los puntos de la geografía nacional y totalmente apolíticas, es una clara expresión de la ridícula actitud de Torra y sus aliados. Los catalanes tenemos unos políticos que no nos los merecemos, aunque sean aplaudidos por los habituales palmeros que tienen entre los periodistas, columnistas e intelectuales que, por cierto, llevan décadas recibiendo los favores del pesebre público.
Lo que sucede en Cataluña no tiene parangón y se ha convertido en un lamentable reino de taifas donde se utilizan los presupuestos al servicio de sus intereses partidistas. Me gustaría que esta crisis sirva para que los catalanes abran los ojos, aunque sigan siendo independentistas. He conocido a todos los presidentes de la Generalitat y los más mediocres y peor preparados han sido Torra y Puigdemont.