Opinión
Fumata blanca en Europa
Tras larguísimas negociaciones, el Eurogrupo por fin alcanzó este jueves un acuerdo sobre cuál será la respuesta financiera europea a los perjuicios económicos generados por la crisis del covid-19. El primer titular del acuerdo es simple: no hay –ni habrá– eurobonos, coronabonos ni ninguna de sus variantes. Semejante pretensión, que constituía la principal obsesión de nuestro Gobierno, ha fracasado estrepitosamente. Alemania, Holanda, Austria y Finlandia se han plantado ante cualquier posibilidad de mutualizar la deuda entre todos los ciudadanos del Continente. Y mejor para todos. Lo último que necesitaríamos los españoles es que la Unión Europea le extendiera un cheque ilimitado al Gobierno de PSOE-Podemos para que pudiera destrozar la economía con sus políticas de gasto. El segundo titular es que ya se han habilitado 540.000 millones de euros en líneas de financiación para los países que la soliciten a través de tres canales. Primero, 200.000 millones de euros a través del Banco Europeo de Inversiones: el Gobierno de España podrá socilitar préstamos desde el BEI con el objetivo de proporcionar financiación (o refinanciación) al tejido empresarial. Segundo, 100.000 millones de euros mediante el Sure, el seguro de desempleo europeo habilitado por la Comisión: nuevamente, el Gobierno de España podrá pedir créditos en condiciones muy laxas para sufragar el ingente coste que terminarán acarreando los ERTEs o las prestaciones por desempleo por el paro venidero. Y tercero, 240.000 millones de euros a través del Mede, del fondo de rescate permanente de la Unión Europea. Es en este punto donde se han producido las mayores tensiones negociadoras. España e Italia querían una barra libre de crédito a travé del Mede sin ningún tipo de condicionalidad, mientras que Alemania y Holanda propugnaban que todo crédito obtenido desde el Mede estuviese sujeto a condiciones macroeconómicas muy estrictas (en concreto, el compromiso firme y tutelado de que se harían ajustes presupuestarios en el futuro). Al final, ambos bloques llegaron a un acuerdo intermedio que, sin embargo, coloca a Alemania y Holanda como claros ganadores. Si Italia y España solicitan financiación del Mede para sufragar gastos sanitarios, entonces los créditos no llevarán aparejado ningun tipo de condicionalidad; en cambio, si solicitan financiación para cualquier otro propósito (sufragar los caprichos despilfarradores de nuestro Gobierno socialcomunista), entonces sí se verán sujetos a una condicionalidad notable. Al final, pues, Alemania y Holanda han mostrado su solidaridad donde la tenían que mostrar –facilitan la financiación de todos aquellos gastos vinculados por los destrozos de la crisis del covid-19– pero han evitado que los países del Sur aprovecharan la coyuntura para volver a estafarles pidiéndoles dinero para partidas que nada tienen que ver con la gestión actual de la crisis. Ha quedado en el tintero la famosa propuesta de Sánchez consistente en un «Plan Marshall» para reconstruir Europa. Formalmente, los países se han comprometido a estudiar en el futuro la creación de un Fondo de Reconstrucción. Pero el socialista ya debería ir perdiendo toda esperanza. No le lloverá gratis ni un solo euro más.
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