Avergonzada de que sea el líder de la oposición quien proponga luto oficial y un minuto de silencio por los fallecidos y no el presidente del Gobierno, avergonzada de que Sánchez use mal el plural mayestático cuando dice «debemos evitar los pasos en falso» para obviar sus responsabilidades y de paso incluirnos a todos en sus pasos falsos que no hay día que no de porque esto se ha convertido en un sin parar diario.

Avergonzada de que mi país sea noticia por ser el que peor gestiona la pandemia y el que más muertes tiene por habitante. Avergonzada de un Gobierno que está más preocupado en monitorizar las redes sociales que en monitorizar la «desescalada» del estado de alarma.

Avergonzada de un Gobierno que compra mascarillas defectuosas que ponen en riesgo la salud de nuestros sanitarios, test falsos o de muy baja sensibilidad que no permiten una foto real de la expansión del virus. Vamos por la tercera prórroga del estado de alarma y a este paso nos tomamos las uvas confinados.

Avergonzada de un Gobierno que limita la libertad de información, que persigue a quienes no cuentan su verdad utilizando a una institución de prestigio como es la Guardia Civil para acabar desprestigiándola. Avergonzada de un Gobierno que no escucha ni a expertos, ni a colegios profesionales porque quiere imponer su ideología a costa de cargarse la democracia. Avergonzada de un Gobierno que si es incapaz de controlar el virus no me quiero imaginar cómo va a encarar una caída, a día de hoy, del 13 % del PIB en nuestra economía. ¿Decretará un apagón de internet para censurar las críticas? Avergonzada de tener un gobierno que no tiene vergüenza porque la vergüenza, cuando sale, ya no entra.