Opinión

Colapso suavizado por el placebo del gasto público

Que la economía española iba a hundirse durante este primer trimestre del año era algo de lo que todos éramos plenamente conscientes. También, claro, que 2020 iba a ser el peor año para nuestra economía desde la Guerra Civil. Lo que en cambio pocos habían previsto es la magnitud de ese desplome. Ayer, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó su estimación sobre la evolución del Producto Interior Bruto (PIB) español durante los primeros tres meses de 2020 y el resultado no puede ser más desazonador: entre enero y marzo, el valor de todos los bienes finales creados por nuestra economía se contrajo un 5,2% con respecto al cuatro trimestre de 2019. Más en particular, el consumo de las familias cayó un 7,5% y la inversión de las empresas bajó un 5,3%.

Los sectores más afectados fueron la construcción, el comercio, la hostelería y las actividades artísticas. Acaso algunos crean que estas magnitudes no son demasiado escandalosas a tenor de la absoluta parálisis en la que ha vivido el país durante este trimestre, pero recordemos lo que ya tuvimos ocasión de explicar con respecto a las cifras de la Encuesta de Población Activa (EPA) publicada hace tan sólo unos días: de las 13 semanas contenidas en el primer trimestre de 2020, sólo dos implicaron medidas de distanciamiento social (confinamiento domiciliario), de ahí que lo auténticamente relevante no sea cuánto ha colapsado la economía durante las 11 semanas de normalidad económica y social, sino en las otras dos.

Y la respuesta es que, para alumbrar una caída del 5,2% en el conjunto del trimestre con apenas dos semanas de retroceso, es necesario que el PIB durante esa quincena se haya contraído hasta en un 40%. Ése es el escenario –en realidad, uno peor– que presenciaremos en el segundo trimestre de 2020: un hundimiento total de nuestra actividad económica que no será compensada, ni lejanamente, por la posible recuperación que (siendo optimistas) experimentaremos durante el segundo semestre del año (si bien recordemos que el riego de reinfección del coronavirus, y de un nuevo confinamiento de la población española, es lo suficientemente elevado como para tenerlo muy presente).

A la vista de las cifras que conocimos ayer, la economía española se encamina de lleno hacia el más severo de los escenarios contemplados por el Banco de España: un retroceso del Producto Interior Bruto superior al 10% para el conjunto del año 2020 que conllevará un endeudamiento público por encima del 120% del PIB. Es momento de que el Gobierno reconozca la gravedad de la situación y de que prepare a los españoles para los sacrificios extraordinarios que sí o sí van a venir. Ahora mismo, muchas personas todavía no son conscientes del empobrecimiento que hemos experimentado habida cuenta de que el gasto público está actuando como un placebo que nos oculta nuestra realidad económica.

A medio plazo, una economía mucho más debilitada será incapaz de sostener un volumen de deuda muchísimo mayor. Cuando antes comencemos a tomar conciencia de lo que viene, más capaces seremos de prepararnos para ello. Ojalá el Gobierno no adopte con el desastre económico la misma actitud negacionista que adoptó con la pandemia cuando comenzó a extenderse por todo el país.