Internacional

Defiende tu isla

Basta salir una tarde a correr por Madrid para desear una isla remota. Y a veces, lo que uno tiene a mano es una de cartón piedra

Hoy ya llevan 68 días varados en la playa. Los asistentes al festival Tribal Gathering de Panamá, unos 300 europeos, la mayoría británicos, buscaban la unión de sus espíritus con la naturaleza y la música en Playa Chiquita, donde podrían entrar en contacto con los pueblos indígenas amenazados por la polución y el voraz apetito del capitalismo. «El último festival sobre la tierra», lo llamaban. Y así ha sido desde que el país se cerró por completo el 15 de marzo debido al Coronavirus. «Un paraíso en el borde del mapa», anunciaban. Bueno, quizá eso, en plena temporada de lluvias, y tras dos meses acampados, no ha sido tan así: se ve que la cosa de los pueblos indígenas y la comunión con la naturaleza deja de hacer gracia más temprano que tarde. A algún hippie de postal se le abrieron las costuras cuando apretó la escasez y el parnaso caribeño se transformó en la película «La playa» de Leonardo DiCaprio. Polvo y viento unos días, y lluvia y frío, otros, hacen que eches de menos las paredes, especialmente las del cuarto de baño. Y entonces el hombre es un lobo para el hombre.

Por eso, desde aquí le digo a todo el mundo: si tienes una isla, defiéndela como hacen los sentineleses de las islas Andamán. Son considerados los indígenas más hostiles de la tierra y por eso se desconoce su número exacto, entre 40 y 500. Todos los intentos occidentales de acercarse a ellos han terminado en desastre. A los de National Geographic les dieron la bienvenida con flechas y les devolvieron los regalos de cortesía entre risas amenazantes. Al despertar en la playa tras un naufragio, lo primero que vieron los tripulantes de un pesquero fue a los sentineleses con las lanzas en alto. A una distancia de vigilancia y con rango de tiro, sin moverse. Al cabo de unos días, cuando finalmente llegó un helicóptero de rescate, ensayaron con él la puntería. En el último medio siglo, tras varios intentos de acercamiento a la tribu, el Gobierno indio, en cuyas aguas jurisdiccionales está el archipiélago de las Andamán, desistió y les declaró pueblo soberano. No piden nada y nada pueden dar, como Rosendo. Para mí, en estos tiempos de distanciamiento social, los indígenas más bordes del mundo me guían. Ser antipático para sobrevivir miles de años. Me podría hacer una camiseta con eso.

Basta salir una tarde a correr por Madrid para desear una isla remota. Y a veces, lo que uno tiene a mano es una de cartón piedra. Pero sirve. Así se lo parecía también a Richard McGuire, de 42 años, cuando fue desalojado el lunes pasado por el «sheriff» de la llamada Discovery Island, una islita de 5 hectáreas ubicada dentro de Disneyworld, en Orlando (Florida, EEUU), que llevaba sin funcionamiento desde 1999. Richard pensaba pasar allí la cuarentena. Recorrió el parque, tomó una barca prestada y dijo no haber escuchado los mensajes por megafonía que le instaban a abandonar su nueva cabaña. Se había colado en el parque de atracciones, pero no para divertirse, sino para seguir solo.