Opinión
Halcones y buitres carroñeros
Hay quienes, en su torticera interpretación de la realidad señalan –para variar– a la derecha española como cómplice de esos «halcones» europeos que pretenden ningunearnos ayudas económicas. Lo hacen en un intento burdo –pero puede que eficaz a la larga– de ocultar que lo que realmente pretenden los populares europeos y españoles es algo tan sencillo como garantizar un buen destino y empleo de esos fondos a cargo de un Gobierno en el que el sector podemita ha llegado para gastar o malgastar los dineros públicos allá donde más réditos partidistas y clientelismo pueda rascar. Ignoro si este particular le preocupa mucho o nada a Pedro Sánchez, pero existe un más que creciente, aunque todavía soterrado magma de desconfianza trufada de incertidumbre en no pocos círculos de la Unión Europea, no tanto ante la mera existencia de un pacto de gobierno –legitimo por otra parte– del socialismo español con el populismo bolivariano, como ante la creciente capacidad de este último, con su referente Pablo Iglesias a la cabeza, para marcar la agenda del Gobierno. Aún siendo cierto que en muchos casos algunas decisiones vienen seguidas de matices o rectificaciones por parte del socio teóricamente dominante y de mayor peso en el Ejecutivo, la realidad no es otra más que un gradual escorado hacia posiciones que, con la que cae y caerá no vienen precisamente acompañadas ni de sentido de Estado, ni de simpatías por parte de un gran sanedrín europeo más que escaldado con la experiencia griega de hace una década. En Europa, ni están ciegos ni por la labor de silbar y mirar hacia arriba ante tropelías que pueden poner en jaque a la ya de por sí renqueante economía comunitaria y ejemplos como el de la cacareada intención de derogar la reforma laboral empiezan a sobrar.
Conviene sobre este particular no caer en demagogias de mercadillo. No se trata tanto de una Europa rica del norte que da insolidariamente la espalda a la más castigada Europa del sur, como de saber cómo se justifican unos fondos que también salen del bolsillo de sus contribuyentes a la par que votantes. Hoy nuestra situación es la que es, con el desplome del consumo y de la producción dando con las más preocupantes cifras de paro en décadas, con la seguridad social habiendo perdido en pocas semanas casi un millón de afiliados y con unos «ertes» cuantificados en millones sin contar el daño colateral a los autónomos. Con este panorama, nuestra falta de credibilidad aumenta paralelamente al desvío del déficit. A la espera pués del cuándo y de qué manera llegan los famosos 170 mil millones con Bruselas tirando de «lupa» a la hora de verificar cómo se emplean los dineros y con qué ajustes en casos como el español, la pregunta inevitable es si Iglesias tendrá o no margen para mantenerse dentro de un gobierno condicionado por el realismo de los números. La disyuntiva es de Sánchez, o el socio, o la «ubre» europea porque, además de «Halcones» en Europa, aquí dentro también campan a sus anchas los buitres carroñeros.
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