Opinión
Era imposible
No hemos conseguido de nuevo que nuestro ministro de economía, en este caso ministra, sea nombrado presidente del Eurogrupo, algo que en este momento hubiera sido una baza importantísima para España. La diferencia es que cuando lo intentó el anterior gobierno de la nación con Luis de Guindos, desde el PSOE se boicoteó su nombramiento, y así se comentaba en los mentideros políticos europeos que Pedro Sánchez pudo haber pedido a sus socios socialdemócratas que impidieran el nombramiento del español.
Esta vez el Gobierno socialista-comunista ha contado con el apoyo y lealtad del PP para mantener la candidatura de Nadia Calviño, pero no pudo ser. No me cabe duda de que hubiera sido muy bueno para España y que méritos y preparación no le faltan, pero tiene un problema de origen, una marca de Caín, pertenece a un gobierno en el cual algunos de sus miembros poco o nada tienen que ver con la política común económica y social de la Unión Europea. A cualquiera que en Europa lea declaraciones de los ministros de Podemos se le genera una honda preocupación por el futuro económico de nuestro país; Europa no va a prestar ayuda sin condicionalidad, y esto lo debemos tener claro, y las políticas que impulsan estos ministros desde sus departamentos cuestionan cualquier tipo de condicionalidad e incluso la contradicen.
Frente a la contención del gasto se propone más gasto improductivo y no dirigido a la inversión que genere riqueza, sino a pagar las facturas políticas que han adquirido; frente a una política fiscal racional se contrapone una política fiscal propia de países bolivarianos, negando la fortaleza de la cooperación público-privada, desconfiando de los empresarios, castigando el emprendimiento y subvencionando la inactividad y la falta de progreso económico. En este escenario pedir que Europa confíe en un miembro del gobierno de España, aun tratándose de Nadia Calviño, resulta difícil; la excesiva ideologización de nuestro gobierno, la radicalidad con la que a veces se pronuncia el propio Sánchez lo empeora. Resulta difícil disociar la presencia del comunismo en un gobierno con una pretendida gestión socialdemócrata, y si esto lo vemos así en España cuándo no más en Europa. Sánchez debería extraer consecuencias y comprender lo peligroso de la deriva que imprime a su gobierno para dar cabida a Podemos.
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