Opinión

La nueva normalidad

Así que la nueva normalidad era esto. Una apuesta más de la pareja de jugadores profesionales Sánchez-Iglesias, basada en tres supuestos: que el coronavirus se había esfumado, que las Comunidades Autónomas demostrarían la capacidad de gestión que el Gobierno no tuvo en marzo, que se iban a poner en marcha elementos de prevención y de control capaces de mantener a raya la enfermedad.

No es que haya fallado alguno de ellos. Es que han fallado todos. El coronavirus no se esfumó con el confinamiento ni con la llegada del verano. Sigue aquí, con la misma rapidez de contagio y con la misma peligrosidad. Estamos más prevenidos y la enfermedad ataca a gente más joven, porque los mayores andan más prevenidos y siempre los jóvenes –los de edad y sobre todo los de mente– son más estúpidos. Lo demás es idéntico. Las Comunidades Autónomas hacen lo que pueden, pero no tienen medios para controlar los desplazamientos ni capacidad de planificación estratégica. Hemos asistido al fracaso de la re-centralización y estamos asistiendo al de la re-descentralización. Como era de esperar, el Estado de las Autonomías ha entrado en colapso al entrar en colapso la idea de nación. Los caciques locales lo quisieron hacer creer, pero Canarias –por ejemplo– no se libra de las consecuencias de lo que ocurre en Cataluña. En cuanto a los instrumentos de prevención y control, siguen siendo insuficientes. La atención primaria no puede responder a todas las demandas, no hay rastreadores suficientes ni se hacen bastantes tests. Los sistemas de recogida de información resultan, antes y ahora, intensamente deficientes. Nadie –y menos que nadie los Gobiernos extranjeros– tiene confianza en el Estado español.

Como suele ocurrir, las grandes crisis sacan a la luz problemas estructurales. En este caso, el asunto se agrava porque aunque no sepamos si hemos de hablar de una segunda ola del covid-19, sí que estamos ya en una segunda crisis sanitaria y económica (las dos van unidas, dicho sea de paso, por si a alguien se le había ocurrido separarlas). Se han puesto de relieve, y se han agravado, fallos que no admiten soluciones coyunturales ni parches momentáneos. Se requiere una acción de fondo, sostenida, nacional, negociada. Se han perdido meses irrecuperables. La pareja Sánchez-Iglesias, que creyó salir más fuerte de la tragedia de los últimos meses, no está a la altura, tampoco de sus votantes.