Opinión

Súper guay

La gran noticia del día de ayer fue que Pedro Sánchez, según un diario de reconocido prestigio, defendió a la Corona en el Consejo de Ministros y luego envió una carta al Partido Socialista recordándole que es su deber hacerlo. Para aclarar las cosas, Sánchez argumenta que la izquierda no puede abandonar el legado de la Constitución a los conservadores (sic). Pretende así abrir un nuevo frente de activismo en contra de la oposición. (No de Ciudadanos, claro está, que gira amable, sonriente y «happy» en la órbita del social liberalismo podemizado).

Resulta difícil encontrar en menos líneas tal cantidad de afirmaciones asombrosas. Es increíble que un presidente tenga que recordarle a su propio Gobierno que es su deber respetar y defender las instituciones a cuyo frente está. Lo es también que lo tenga que escribir –para que quede constancia– a su propio partido. ¿Cuál creen entonces que es su deber? ¿Burlarse de la Monarquía parlamentaria? ¿Demolerla? ¿O dinamitarla, que es más divertido?

Aún más asombroso resulta que algo tan esperpéntico como esto sea acogido como el colmo de la sensatez. Sanchez, según esto, se ha reafirmado como un firme defensor de la Monarquía parlamentaria y de sus instituciones. En realidad, nunca habría salido de la senda constitucional… Gobernar apoyado por separatistas y filoterroristas… una nimiedad. ¿Quién no lo hace, sobre todo en Europa? Y tener por principal aliado en esta crisis a unos peronistas que toman por modelo la Argentina de los Kirchner y la Venezuela de Maduro y de Chávez… ¿Acaso hay algo más razonable?

Lo razonable sería que ante declaraciones como estas –convenientemente filtradas para que nos enteremos todos de la profundidad y brillantez del pensamiento constitucional del jefe– sonaran todas las alarmas sobre a dónde hemos llegado y cuáles son las verdaderas intenciones de Sánchez. El Presidente instrumentaliza aquello que es la base misma de su posición para intentar una maniobra política de vuelo rasante, como con el exilio de Don Juan Carlos. Y de paso, lo trivializa todo. Ahora bien, ya nos los han dicho los sensatos: podemos irnos de vacaciones tranquilos. A disfrutar del sol, a disfrutar de la playa y a disfrutar del covid-19 mientras los fontaneros de la Moncloa pulen la nueva doctrina oficial, que consiste en que la Monarquía parlamentaria es guay e incluso que es progresista por eso, porque es súper guay, tía… Las elites españolas, definitivamente, han perdido la cabeza.