Opinión
Primero vinieron...
A estas alturas de semana denunciar la injusta cacería que se ha desplegado sobre el Rey emérito desde los partidos radicales de izquierda e independentistas, así como algunos medios de comunicación, resulta redundante pero no innecesario. Con su abdicación se le despoja de la inviolabilidad que otorgaba el art 56.3 de la Constitución, y así se expresó literalmente en la LO 4/2014, por la que se sometía al Rey abdicado al aforamiento en el Tribunal Supremo, «conforme a los términos del texto constitucional, todos los actos realizados por el Rey o la Reina durante el tiempo en que ostentare la jefatura del Estado, cualquiera que fuere su naturaleza, quedan amparados por la inviolabilidad y están exentos de responsabilidad. Por el contrario, los que realizare después de haber abdicado quedarán sometidos, en su caso, al control jurisdiccional». Mas lo que no se podía imaginar nadie es que también se le intente despojar de los derechos previstos en el art. 24 de la Constitución, entre los cuales se encuentra el de presunción de inocencia. El Rey emérito ya ha sido investigado, enjuiciado, sentenciado y ejecutada la sentencia por parte de algunos partidos, que, mediante semejante e injusta tropelía, lo que están es poniendo en cuestión y atacando de forma directa no solo la figura del rey emérito, sino toda la transición española, el pacto constitucional que el monarca simbolizó de forma ejemplar. Ahora nos encontramos con matapatrias que, desde su radicalidad política, y lo que es peor, desde dentro del Gobierno del Reino de España, quieren socavar este pacto y proponer un proceso constituyente que arrumbe el mejor proyecto y realidad políticos que España ha tenido nunca. Esto exige cerrar filas no solo en torno a la figura del Rey Emérito Juan Carlos I, sino y, además, en defensa de nuestro proceso de concordia constitucional que tanto bien ha hecho a España. Algunos buscan de forma tan grosera como decidida un nuevo enfrentamiento entre españoles, y precisamente lo fomentan los que niegan a España y los que pretende arruinar a la nación española, queriéndola convertir en una república bolivariana, donde lo primero que se pondrá en cuestión será a los medios de comunicación independientes y al poder judicial, las dos vías por las que las democracias sucumben en la actualidad.
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