Opinión
Raíces profundas
La diputada de Vox, Rocío de Meer, colgó el otro día un vídeo de la organización neonazi ONR. Un movimiento perfectamente siniestro, que niega el Holocausto. Por supuesto ultramontano. Rocío acompañó el desecho con estas palabras: «Hay una Europa fiel a sus raíces. Que no se arrodilla ante la dictadura progre. En la cooperación de esas naciones libres y soberanas creemos. Sin que nadie venga a imponernos delirios ideológicos». Todo ello acompañando, ya digo, el vídeo del repugnante y siniestro ONR. Y estas palabras de esta nazi, Justyna Helcyk, coordinadora de la hez gamada: «Polonia no alimentará extranjeros mientras nuestros hijos pasan hambre». Como decía un sabio, defiendes que Vox no es exactamente ultraderecha, que no propone reventar el orden constitucional, ni limitar derechos, ni entronizar los correajes, y luego van los muchachos de Vox, victoriosos, y te demuestran que sí, que a lo peor sí son ultraderecha. Aunque tampoco sorprende. Que Vox discuta aberraciones como la Ley Integral de Violencia de Género o la estupefaciente pretensión de perseguir el llamado (y perdón si me da risa; es por no vomitar), «negacionismo de la violencia de género», o que el partido haya demandado ante los tribunales a los líderes secesionistas y xenófobos de Cataluña, por golfos y golpistas, no implica que lo haga, no siempre al menos, por las razones adecuadas. Vox, como puede comprobar cualquiera que lea las palabras de la señora de Meer, habla de raíces. Desconoce o desprecia que, como nos explicaron hace tantos años George Santayana y Fernando Savater, los seres humanos no tienen raíces; raíces tienen las lechugas; las personas tenemos piernas. Del mensaje de Helcyk y su nauseabunda apelación a los hijos, los nuestros, y los extranjeros, que nos roban el pan, pues qué les va a decir alguien que ha visto «Shoah» no menos de tres veces y tiene a Claude Lanzmann y a Raul Hilberg entre mis héroes absolutos. Antisetimismo rancio, antisemitismo homicida, antisemitismo y por supuesto racismo, fascismo y odio asoman sus fauces por las costuras de un mensaje que no me extraña que ya no esté disponible en redes sociales. Las únicas raíces que yo detecto aquí son las mismas que llevan a Pujol a escribir sobre el hombre andaluz y a Torra a pontificar sobre el ADN defectuoso y las bestias. Las raíces, profundas, del puro y rudo fascismo.
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