Opinión

Iglesias y el poder judicial

Los presupuestos son fundamentales y además acabarán saliendo adelante gracias a la particular geometría variable de Sánchez, pero que nadie se engañe, la auténtica madre del cordero que tiene de los nervios a los socios de gobierno es algo para lo que no sirven ni las mayorías Frankenstein ni las sumas de investidura, ni jugar con Esquerra Republicana o con Ciudadanos a dos bandas y que no es otra cosa más que la renovación del poder judicial, ya saben, esa «tarta» que de siempre y sin hacerse excesivo daño se han repartido socialistas y populares como primeras fuerzas políticas del país y ahora en situación de interinidad a la espera de acuerdo. Todos los partidos dicen respetar la independencia de la justicia, pero nadie puede negar a estas alturas que cuando se tienen problemas no es lo mismo una composición orgánica que otra, en función de qué nombres y qué apellidos ocupen los cargos clave.

Que Podemos –por mucho que tilde de «bulo» y «fango» a la imputación de su cúpula– va a tener durante estos próximos meses en sus labios el desagradable sabor de la medicina que en otro tiempo prescribía para otros es una realidad que ya nadie puede negar. El socio de gobierno del PSOE tiene problemas y eso, en clave estrictamente política le acarrea a Pedro Sánchez un resultado de doble lectura, la positiva al tener un compañero de cama más débil y en consecuencia más maleable, pero también la negativa al tener que lidiar con las consecuencias de permanecer coaligado con una formación imputada por presuntos delitos de financiación irregular, con el líder de la misma Pablo Iglesias ocupando la vicepresidencia y con la paradoja de haber llegado al poder vía moción de censura argumentada en una sentencia sobre financiación irregular del partido del gobierno. Tal vez por ello no deja de percibirse un poco disimulado nerviosismo en la formación morada pero también en el propio partido socialista a la hora de contemplar una falta de acuerdo que, a día de hoy impide la renovación del poder judicial.

En el PP tampoco es que nacieran ayer y saben que una cosa es acordar un nuevo CGPJ con el PSOE y otra muy distinta con este partido y sus nuevos acompañantes sabedores de que van a tener con toda probabilidad que responder ante los tribunales por presuntas actividades de financiación irregular. La prisas inexistentes hace no más de un año para renovar la justicia, se imponen ahora en forma de urgencia coincidiendo con la puesta en marcha de una imparable maquinaria que puede tener impulso definitivo con la comparecencia ante el juez García Castellón del ex abogado de Podemos José Manuel Calvente esta misma semana. Y es que, con unos referentes en el poder judicial los próximos meses podían ser para Podemos una molesta jaqueca, pero con otros como los actuales pueden tornarse en un constante e insoportable dolor de muelas. El PSOE liberó al partido de Iglesias de una comisión parlamentaria de investigación sobre sus cuentas, otra cosa muy distinta es la vía judicial. Y eso tiene a más de uno de los nervios.