Opinión

“Esa tontería de la Diada”

Los catalanes nos hemos visto siempre favorecidos por los «malvados» gobiernos de Madrid y éramos la comunidad más rica de España hasta que llegaron los inútiles defensores de la independencia

Los nacionalistas consiguieron imponer que la denominada fiesta nacional de Cataluña fuera el 11 de septiembre. No es ni fiesta, ni nacional, porque solo provoca una división social y política. Más allá de la oficialidad, la realidad es que simboliza muy bien una mentira colectiva articulada desde el poder político y que se creó gracias al falseamiento del historicismo romántico con la ayuda de los pseudo historiadores al servicio del nacionalismo catalán. El 11 de septiembre se conmemora una derrota y no el fracaso de una guerra de liberación.

Fue la consecuencia, además, de la traición de un sector de las elites, que como siempre buscaban beneficios económicos, a su rey legítimo que era Felipe V y al que habían jurado lealtad. La Guerra de Sucesión se convirtió un conflicto europeo que provocó pérdidas territoriales para España. Carlos II designó en su testamento como heredero a Felipe, duque de Anjou, hijo del gran delfín y nieto de Luis XIV, que tenía mejor derecho que su rival el archiduque Carlos. A pesar de ello, los enemigos de Francia y España vieron una oportunidad para conseguir ventajas en una guerra que fue un desastre para nuestro país.

El hijo del emperador José I fue proclamado como Carlos III de España por sus seguidores, pero el fervor que tenía por su causa se pudo comprobar cuando falleció su hermano José I en 1711 y se apresuró a convertirse en Carlos VI, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Por cierto, como no tuvo hijos varones y decidió que le sucediera su hija María Teresa, provocó a su muerte la Guerra de Sucesión Austríaca. Los austricistas catalanes, a pesar de la traición de su «rey» mantuvieron la guerra, en un gestó irracional de tozudez y arrogancia, y la nombrada gobernadora general de Cataluña, la emperatriz Isabel Cristina de Brunswick, no tardó en marcharse en 1713 dejando tirados a sus súbditos.

Barcelona cayó el 11 de septiembre de 1714 y finalizó la sedición. A pesar de los despropósitos que se han escrito, el reformismo de Felipe V fue muy favorable para los intereses de Cataluña. Desde entonces, los catalanes nos hemos visto siempre favorecidos por los «malvados» gobiernos de Madrid y éramos la comunidad más rica de España hasta que llegaron los inútiles defensores de la independencia. No hay duda de que los que deberían pedir perdón a Cataluña y al resto de España son Torra, Puigdemont y los dirigentes nacionalistas.