Televisión
Las telenovelas sin besos de la nueva normalidad
Puede que los besos desaparezcan, pero las tramas y las fuentes de inspiración para sus guionistas, continúan
En Brasil, las buenas telenovelas, esas que enganchan, llegan a sentar delante del televisor a un número similar al de los habitantes de España. Uno de los últimos éxitos de la productora Rede Globo, Avenida Brasil, generó tal expectación, que 50 millones de personas vieron al unísono su capítulo final. Algo inédito en un mundo con cada vez más plataformas digitales y televisión a la carta.
Sin embargo, como casi todo lo que toca, el coronavirus puso en peligro los rodajes de las telenovelas. Durante dos meses no se grabó ni una sola secuencia en el gigante iberoamericano. Y una vez se retomaron las producciones en verano, cambiaron considerablemente. No habría más besos entre los protagonistas. La nueva orden para evitar contagios de covid-19 (y dar ejemplo) es que las escenas de besos y fogosos abrazos se realizarán después, en la casta mesa de edición. Para cumplir con las distancias de seguridad, Rede Globo tuvo que duplicar el tamaño de su departamento de efectos especiales y visuales. Otras cadenas como SIC y TVI anunciaron que a partir de ahora los telespectadores tendrían que usar su imaginación para completar algunas de las escenas más subidas de tono, pues el coronavirus cancelaba todo contacto físico entre sus actores.
Puede que los besos desaparezcan, pero las tramas y las fuentes de inspiración para sus guionistas, continúan. Kamylla Wanessa Cordeiro de Melo, ahora «influencer» de Recife, ha contado su terrible historia en «Marie Claire» y ha hecho las delicias de lectores ávidos de culebrones y guionistas sin musa. La joven ingresó a finales de 2017 en el hospital y estuvo en la UCI durante más de 3 meses. Casi sin preámbulos, su padre, en marzo de 2018, le dio la fatídica noticia: su marido se había liado con su madre. O lo que es lo mismo, su mujer se había liado con su yerno. Una pesadilla que no quedaba en unos simples cuernos, la aventura continuaba. Suegra y yerno estaban «apaixonados».
«Solo más tarde supe que, en esos cuatro meses que pasé en el hospital, gran parte del tiempo entre la vida y la muerte, mi marido nunca vino a visitarme», confesó la propia Kamylla. Lo que comenzó con el ofrecimiento de su madre para ir a cuidar al nieto, que entonces tenía 4 años, terminó por convertirse en una relación sentimental que ya ha celebrado su segundo aniversario. Ambas parejas se divorciaron al poco tiempo en pro de los nuevos tortolitos.
La «influencer» ha roto todo vínculo con su progenitora, a la que considera una «falsificación». «No he vuelto a estar con ella. Solo la vi una vez en un centro comercial y se parecía más a mí. Se había cortado y teñido el pelo; ahora es rubia como yo».
Pero eso es ya agua pasada, Kamylla ha rehecho su vida y está agradecida por el apoyo de sus familiares y amigos. De hecho, cree que compartir su experiencia ayudará a los demás: «Suelo decir que en el fondo del pozo hay un manantial que nos impulsa a volver a vivir y superar los retos».
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