Opinión
¿El fin del neoliberalismo?
De acuerdo con el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, el acuerdo presupuestario alcanzado ayer entre PSOE y Podemos supone dejar definitivamente atrás la era neoliberal en materia de política fiscal. Pero, ¿qué entiende Pablo Iglesias como era neoliberal? ¿Qué es lo que intenta vendernos que va a dejar atrás este Gobierno? Al respecto, existen dos posibilidades. Primero, que el líder de Podemos identifique la era neoliberal con una era de «impuestos bajos» y de un «Estado pequeño». Pero, si eso es así, hace décadas que abandonamos la era neoliberal. El peso habitual del gasto público sobre el PIB español ronda el 40% –un porcentaje no muy alejado del de ingresos tributarios sobre el PIB–, lo que evidentemente no constituye un porcentaje bajo que se materialice ni en un Estado diminuto ni en una fiscalidad moderada. Llevamos mucho tiempo con un Estado gigantesco y, en consecuencia, la novedad que pretende introducir Iglesias es sólo continuar cebando ese Estado gigantesco. Algo dañino sí, pero en todo caso continuista, no rupturista.
Segundo, también cabría que identificáramos «era neoliberal» con la era de ajustes presupuestarios desde el lado del gasto: si eso fuera así, el líder de Podemos nos estaría comunicando que, con estos Presupuestos, se busca poner punto final a la austeridad, dando inicio a una era de endeudamiento laxo y de subidas de impuestos a los más ricos. Ninguno de ambos escenarios, sin embargo, es realista. De entrada, el propio Gobierno del que forma parte Iglesias ha reiterado en numerosas ocasiones su sometimiento a la disciplina fiscal a largo plazo. Por ejemplo, tras la reciente aprobación del nuevo techo de gasto, la ministra de Hacienda recalcó que debíamos seguir reduciendo nuestro déficit: «La suspensión de las reglas fiscales es una medida extraordinaria y en ningún caso supone la desaparición de la responsabilidad fiscal». Así que no.
El fin de la era neoliberal no supone el inicio de una era de endeudamiento ilimitado: el sobreendeudamiento público actual instituye la necesidad de mayores ajustes en el futuro. Pero ¿acaso esos ajustes futuros procederán, a diferencia de periodos anteriores, de una subida de impuestos sobre los que más tienen? Tampoco. En los Presupuestos, el Gobierno estima un aumento de recaudación procedente de rentas altas y grandes patrimonios de entre 600 y 900 millones de euros. Menos de lo que espera recaudar con el «dieselazo», el IVA a las bebidas azucaradas y el impuesto sobre el plástico. Y mucho menos, desde luego, que el déficit de unos 80.000 millones que el Ejecutivo estima para 2021: ¿pagarán los ricos esos 80.000 millones de euros? No, los sufrirá el conjunto de la sociedad con menores gastos y mayores subidas impositivas. Esa debe de ser la nueva era antineoliberal que predica Pablo Iglesias.
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