Opinión

Al paso de la oca

Avanza a buen ritmo la estrategia para sostener el gobierno Frankenstein (Alfredo Pérez Rubalcaba). Pedro Sánchez seguirá en Moncloa. Pablo Iglesias avanza su programa populista, disruptivo y soez, con el objetivo último de tumbar el sistema. La penúltima injuria fue a cuenta de rematar el derecho a estudiar en la lengua materna del 55,1% de los catalanes, precisamente los segmentos más desfavorecidos de la comunidad. Al diablo con el cuento del bilingüismo. La última humillación son las genuflexiones ante la banda terrorista ETA y sus antiguos mariachis. Una línea roja hace apenas dos días. La clase de aduana moral que los monstruos sagrados del PSOE juraban que no iba a franquear nunca. Que causó, ante la sospecha provocada por sus intenciones, su notoria falta de escrúpulos, su ambición caníbal y su buena disposición a transformar el partido en cortijo, que el insidioso Sánchez fuera expulsado en 2016 con los honores debidos a un cuatrero. Hoy, liberados ya de corsés morales y poses, y con el centro izquierda, el centro, la derecha y más allá categorizados como la ultraderecha de Kublai Khan, los socialistas consolidan la triste alianza con los nacionalistas y la izquierda más o menos peronista. Con la esperanza no muy disimulada de cuajar un mandarinato que dure dos o tres siglos. Celebran el apoyo de los secesionistas y la amalgama de ultras, todos unidos, que brindan votos y aplausos a cambio de recibir pista libre en su asalto al Estado. Pero que nadie se equivoque respecto a sus intenciones. Esto de Óskar Matute en Twitter, del 31 de mayo de 2018, rescatado por un amigo: «Bildu no tiene intención alguna de gobernar España. Sólo operamos en política ante cada escenario pensando en cómo debilitar y acabar con los consensos del régimen del 78 y la libertad de EH». Luego están los aplaudidores profesionales, la claque de cínicos, paniaguados, caraduras, malabaristas, amnésicos y exquisitos. Todo el día consagrados a teclear unos artículos infumables, donde justifican punto por punto un programa político radicalmente enfrentado con los mejores principios republicanos y las revoluciones democráticas. Resulta especialmente pintoresco esto que ha escrito Pedro Vallín en Twitter. Alguien le comenta que «parece que algunos preferirían que Bildu no existiese y ETA estuviese poniendo bombas todavía». A lo que Vallín responde que «no tengas la menor duda. Desde que no pueden pasear a los muertos y hacerse fotos con la AVT han perdido el mojo». Las víctimas del crimen, acusadas de centrifugar la sangre, propia y de sus familiares, así como de aprovechar la persecución sufrida, el vacío social, el miedo, la amputación física y emocional, el exilio y etc. Los asesinos, torturadores y asociados, blanqueados porque ya no nos matan, aleluya. Los comentaristas custodios del arcoíris, salvados de nuevo, siempre del lado de la luz, y los arquitectos/beneficiarios de estas políticas reaccionarias, reactivos a cualquier censura. Nadie entre los suyos está dispuesto a jugársela, a discutir el manual de instrucciones. Ante el peligro de ser excomulgados como fachas, agrupémonos todos, todos al paso de la oca y silbando.