Opinión
Demasiadas mujeres
El ministerio de la Función Pública de Francia ha multado a la alcaldía de París por valor de 90.000 euros por tener demasiadas mujeres en puestos de mando, o sea, que se les ha ido la mano en el asunto de la paridad y han infringido normas. Estas Irenes Montero de la vida se creen que todo vale y de repente les cae todo el peso de la Ley encima. Para eso están las leyes, para moderar la grandeza de la democracia, pero también para limitar los excesos. También el TSJC está desmontando la llamada Ley Celaá para que los pobrecitos niños catalanes conozcan en toda su amplitud la lengua oficial de su país, el español, y se quiten la boina del “solo catalán”. Quienes tienen ínfulas de mandamás chavista que se vayan apeando de las pretensiones dictatoriales que, por suerte, todavía nos quedan Europa, jueces ecuánimes y una Real Academia Española que sabe resistir los atropellos de la ignorancia reinante en esta triste actualidad. Siempre reitero lo gozoso que es vivir en una región donde no existen esos problemas por carecer de lengua vernácula. Ni tampoco existirían en el tiempo que, por fortuna, estamos teniendo con una Presidenta del pelo de la Ayuso, que cada día nos demuestra lo grande que es como política y nos desvela su instinto, su imaginación y hasta su intuición ante una crisis sanitaria y social más allá de lo cotidiano, y una adversidad frente al gobierno central que pretende aniquilar cualquier iniciativa que presente la regidora. Más bien habría que decir que aspira a aniquilarla como persona, pero ahí la tenemos, pastoreando con mano izquierda a las ovejas del centro derecha y consiguiendo lo que Casado no logra en el panorama nacional, que es un despropósito. ¡Qué bien ha esquivado la ley llamada “lomloe” aprobando la prolongación durante diez años los conciertos educativos en centros escolares de la Comunidad de Madrid! En Francia la califican de “fenomenal” y la denominan como “la mujer que liberó Castilla”. Como es costumbre, las envidias carcomen a los miembros de su propio partido, que intentarán acabar con ella, cargándose así la única opción que hay para zanjar a nivel nacional el dislate socialcomunista que nos está destrozando el país. No será Casado, no, y bien que lo siento porque a muchos nos tenía comprados con su capacidad dialéctica, pero no hay duda de que quien únicamente puede presentar batalla y ganarla será Ayuso. O Almeida. Veremos.
Luego está lo de un tal Laporta que cuelga al lado del Bernabeu una lona de proporciones inusitadas para promocionarse, una tela que cubre un edificio de trece pisos. Quedo perpleja pensando en el dinero gastado en semejante demostración de arrogancia y de chulería en unos tiempos en que no está el patio para derroches, habiendo bancos de alimentos que necesitan aportaciones de la cuantía que sea para recebar estómagos desnutridos por la miseria que comportan tanto la pandemia como un gobierno que ni sabe administrar ni sabe parar un desempleo cada vez más galopante. Eso sí, para fastidiar al emprendedor y dificultar todavía más la situación de empresas, grandes y pequeñas, quieren subir el salario mínimo, con lo cual el número de parados irá creciendo como la espuma. Pero, ¡qué más da! Mientras exista alpiste anestesiante en forma de telebasura el pueblo estará apaciguado y entretenido. Hace poco leí una entrevista con Anthony Beevor, historiador británico que asegura que “la paz y la vida, tal como la conocemos, está en riesgo”. También plantea que “no es ningún disparate pronosticar un futuro deshumanizado, invulnerable a cualquier virus, excepto a los electrónicos, es decir, fábricas sin trabajadores”. Cabalgamos hacia la no reproducción porque la máquina sustituye al hombre de forma más barata y además no pide de comer. Y a los ancianos ya los liquida la eutanasia. ¿Un mundo feliz?
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