Opinión
No ha sido la derecha
El vicepresidente del gobierno se ha mostrado encantado de que lo que él llama medios de la derecha o medios de la izquierda con propietarios de la derecha -sabemos bien usted y yo a quién se está refiriendo, ¿verdad?- se asomen a la memoria histórica.
Pretende el pretencioso tirar unos chupitos de tinta de calamar que desdibujen su grosera ofensa al exilio republicano por la vía de envidar más, como en el mus. Y puesto que a él nadie le gana en lo de preservar memorias de la izquierda, estima que su comparación no sólo no es ofensiva, sino que ha servido para que los fachas conozcan y defiendan la memoria de los horrores del franquismo.
Es como si a uno le pillan robando y al ser descubierto hace como que está colocando las cosas en lugar de llevárselas. El ejemplo es burdo, sí; pero la estrategia también.
Iglesias culpa a la derecha ejercitando una vez más el músculo de la manipulación que con tanta tenacidad desarrolla. Pero no ha sido la derecha quien ha comparado la acomodada fuga de un prófugo burgués, de derechas y buscado por la justicia de un país democrático, con el exilio de medio millón de personas que salieron del país para huir de la muerte y la represión de una dictadura. No ha sido la derecha.
Tampoco ha venido desde la derecha la crítica más amarga. Ni le ha pedido la derecha disculpas. Asociaciones de Memoria Histórica, de apoyo al exilio y familiares de exiliados políticos durante el franquismo han exigido al vicepresidente que rectifique o al menos pida disculpas.
Pero Iglesias, que, como hubiera dicho mi admirado Martín Prieto, debía estar en el baño cuando se repartió la virtud de la humildad, no sólo no rectifica o pide excusas, sino que saca pecho y dice que a él a republicano y defensor de la memoria histórica no le gana nadie.
La cuestión no estaba en duda, ciertamente, hasta que él mismo la ha puesto. Ni fue una trampa ni alguien ha cortado, troceado o descontextualizado la frase en una entrevista. Dijo lo que dijo, y además lo acompañó de un contundente «y lo digo claro». Clarísimo. Tanto como para ofender a su propia afición. Y mucho.
Pero eso no cuenta o no quiere verlo. Si algo se agita o le perturba tiene que venir de la derecha. Aunque la realidad muestre lo contrario, aunque la ofensa y la queja por ella, las exigencias de excusas y el ataque a la memoria, ocupen el territorio opuesto. NO importa. Los buenos están en su lado, y cualquier suerte de oposición o crítica tiene que ser del otro.
La realidad nunca es superior a la ensoñación del sectario.
Lo dicho por Iglesias y su reacción ante el revuelo le vuelven a colocar como lo que es: intolerante y dogmático.
NO es la derecha la que se asoma gracias a él a la memoria histórica. Ese burdo argumento no hace sino desnudar las carencias de Iglesias. Es la izquierda verdadera, la histórica y su memoria la que ha sido ofendida por una comparación tan grosera como sería la de considerar al tipo de los cuernos del capitolio como un activista de Greenpeace sólo porque lleva unas pieles encima y se manifiesta contra el Sistema.
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