Caso Bárcenas

Historia de un farsante

A mí Bárcenas me pareció un farsante que engañó a todo el mundo y se enriqueció abusando de su cargo. Ahora pretende hacer creer que los demás eran igual que él.

Hace ocho años, cuando empezó a salir el tema, no tenía ni idea de quién era Luis Bárcenas ni a qué se dedicaba en el Partido Popular. Fue a raíz de las primeras filtraciones sobre el caso, cuando un gabinete de comunicación empezó a organizar citas del ex gerente pepero con periodistas que escribíamos en Prensa o hablábamos en la radio y la televisión.

A mí me citaron junto a Pepe Oneto, y en aquel encuentro el jefe de las finanzas del Partido Popular nos abrumó con varios cerros de papeles, se supone que para demostrar que él era una persona honrada, que jamás se había quedado con un euro que no le perteneciera, y que las cuentas de Génova-13 eran tan transparentes como legales. Bien, era su palabra y, en principio, no habría que dudar de ella.

El problema vino cuando, semanas más tarde, empezaron a salir a la luz sus hazañas y las cuentas en Suiza por valor de 50 millones de euros. Digo el problema porque fue entonces cuando nos preguntamos cómo era posible que aquél tipo tuviera la osadía de presentarse ante nosotros y de mentir con descaro para decir que no había absolutamente nada donde se escondía en realidad un fraude de tantísima magnitud. Entiendo que Bárcenas no fuera a reconocer sus andanzas, pero siendo así se podía haber evitado el esfuerzo de llamarnos para mentir a sabiendas de que lo hacía.

Desde entonces a mí este señor me pareció un farsante que engañó a todo el mundo y se enriqueció abusando de su cargo. Ahora pretende hacer creer que los demás eran igual que él. Ya saben aquello de «cree el ladrón…». Hombre, todos no. Mariano Rajoy no ha cobrado comisiones ni tiene cuentas millonarias en Suiza, qué sepamos. José María Aznar tampoco. Pero ya saben: calumnia, que algo queda.