Opinión

San Valentín y el sexo

A punto de San Valentín me corroía una duda: ¿qué harán todos los que no pueden verse y que no tienen un lugar donde guarecer sus arrebatadas pasiones? Son muchos meses ya de encierros y confinamientos totales o perimetrales y no resulta nada raro que algunos se salten las fronteras para ver a sus contrarios y evitar la infidelidad, aunque sea manual. El amor, ejem, propio –que es hasta cosa de reyes y como muestra Felipe V, que no se conformaba con hacer uso del matrimonio con su primera y su segunda esposa a todas horas y lo complementaba con el onanismo– no da tanto de sí como para aguantar una pandemia interminable como la actual.

La curiosidad me llevó a preguntar y me encontré con jugosas sorpresas. La primera, que dicen los jóvenes que la Covid-19 no les da miedo y que continúan siguiendo los dictados del corazón o de cualquier otra víscera con normalidad. La segunda, que se saltan los controles sin mucha amonestación (a ver qué agente es el guapo que le dice a un chaval que no puede ver a su novia sine die), y que, si no, para eso está la picaresca, que se agudiza precisamente cuando las prohibiciones se alargan en el tiempo.

En cuanto a la tercera, que ya se están alquilando habitaciones para tortolitos en viviendas privadas. ¿Si se cumplen las medidas de seguridad? Presumo que se intentará, pero, de momento, se saltan las fijadas para los no convivientes. Y en cuanto a la última… resulta que las faltas relacionadas con el «amor» no solo se perdonan más, sino que generan incluso más solidaridad, y de ahí ha nacido mispicaderos.com, una página web que ofrece miles de lugares íntimos donde hacer el amor por toda la geografía española. Como lo leen. ¿Creían ustedes que este San Valentín 2021 sería aburrido? Pues ¡uy, la han cerrado por covid!