Política

Pablo Iglesias, si yo fuera rico

Pablo Iglesias quería prohibir a los ricos. ¡Extínganse! Pero está a punto de ingresar en ese tanto por ciento reducido de millonarios españoles, aunque él crea que hay tantos escondidos que con sus impuestos alcanzaremos la gloria. Medio millón de pavos en la cuenta corriente por predicar que los «okupas» invandan las casas de la clase media. Llegará un día en que en un rapto de sensatez pedirá que se elimine el impuesto de sucesiones con la vista enajenada en el futuro de sus hijos, como el común. Hoy cumple ochenta y cinco años Amancio Ortega, el ogro al que le quiere cortar un traje a medida precisamente por amasar una fortuna, y todavía no ha sido obligado a exiliarse, no por falta de ganas de la bancada populista que le pondría con gusto un pijama de rayas. Aquella chaqueta de Zara que lució Pablo se ha convertido en una camisa de fuerza que mide su esquizofrenia panfletaria. Iglesias se ha encontrado con la serpiente y mordido del fruto prohibido y ya conoce lo bien que sabe. En su próximo discurso podría apelar a «nosotros, los ricos», como una manera de animar al proletariado a seguir sus pasos, como «Los miserables» pero con pantalón pitillo. Los jóvenes encuentran así dos referentes en los que mirarse para no hacer la o con un canuto, uno es el político revolucionario, y el otro, el tentador o tronista, que viene a ser lo mismo pero con priapismo y cámaras en la alcoba. No hay nada de malo en que la izquierda abulte su cuenta en el banco, faltaría más, he ahí al ministro Manuel Castells, tres millones de euros, solo que el hombre cree que Clarín fue fusilado en la guerra civil lo que hace de la Regenta casi una miliciana de las que fotografiaba Robert Capa. Como para pedir un indulto general en la prueba de selectividad. Si un ministro de universidades confunde a Clarín con, pongamos, Lorca, por qué no pueden los alumnos dar el cambiazo de Azaña a Romanones. Otro referente para animar a las nuevas generaciones que aún siguen viviendo en Vallecas. Vamos, anímense. Sí se puede. España es un país de emprendedores, vengan de donde vengan.