Turquía

El «sofagate» turco

De no haberse producido la histórica victoria de la flota cristiana en la batalla de Lepanto –de la que este año se cumplen 450 años–, la actual UE, otrora Cristiandad, hubiera sido invadida por los otomanos y hoy sería musulmana.

Hace unos años Turquía, sucesora del Imperio otomano tras su derrota en la Primera Guerra Mundial, quiso incorporarse a la UE, siendo como era miembro de la OTAN y apoyada por EE.UU., entre otros. La cuestión originó un gran debate, ya que significaba adherir a la UE a una nación con más de 70 millones de musulmanes y, por tanto, con una cosmovisión muy alejada de naciones que –sin perjuicio de la apostasía dominante– tienen una cultura impregnada del cristianismo. Se alzaron voces de distinto signo para apoyar u oponerse a dicha integración, con el argumento dominante de que «la UE no es un club cristiano». Finalmente, el proceso quedó empantanado, y así sigue. Hoy Turquía, de la mano de Erdogan, ha mutado de su laicismo fundacional hacia una creciente islamización, con la simbólica conversión en mezquita de la maravillosa Catedral de Santa Sofía de Estambul, antigua Constantinopla y Bizancio.

El «sofagate», como se ha denominado al desaire protocolario infligido a la Presidenta de la Comisión Europea –no sabemos si por ser mujer, ya que el Presidente del Consejo Europeo se sentó a su derecha–, ha abierto en canal una crisis larvada desde entonces entre los turcos y la Unión. Mal momento el elegido, muy difícil para todos.