Opinión

La oficina de colocación del PP

Los «primeros compañeros» de Rivera, a pesar de los fracasos que cosecharon, tienen un gran valor.

En estos momentos de euforia tras la contundente victoria en Madrid la oficina de colocación del PP se ha puesto en marcha para atraer a los restos de Ciudadanos. No es algo excepcional, sino que ha sido consustancial a su historia. Desde AP hasta nuestros días, siempre se ha valorado mucho a los que venían de otros partidos o eran independientes, aunque algunos saltarían de sus cargos al PSOE, como sucedió con el gobierno de Sánchez. El PP tiene un ojo clínico, dicho irónicamente, para detectar a todos los ·progresadores» a costa de lo público.

En los años de Aznar era muy bueno haber militado u ocupado cargos en UCD, porque daba credibilidad centrista. Esto incluyó, por supuesto, al CDS. Como consecuencia del complejo tradicional de la derecha, se valoraba a los que venían de la izquierda radical y, especialmente, de grupúsculos maoístas, trotskistas o cualquier otra chorrada comunista. Por supuesto, todos eran vástagos de buenas familias que se sentían muy progres en plan contestatario, pero ninguno fue un sufrido luchador antifranquista.

Eran los años en que Aznar hablaba catalán en la intimidad y se glosaba la figura de Azaña como un estadista y excelso intelectual. Esto último nunca lo entendí y lo primero nadie se lo tomó en serio. A pesar de esta crítica sigo pensando que Aznar ha sido uno de los grandes presidentes de nuestra historia. No se puede decir lo mismo del fanático y sectario Azaña. Ahora ha llegado la gran oportunidad para los antiguos o actuales dirigentes de Ciudadanos, porque los esperan con los brazos abiertos.

Es verdad que tendrán preferencia los que hayan sido más críticos y despiadados contra el PP e, incluso, si alguno tuvo la suerte de lanzar algún insulto personal contra Casado está llamado a ser ministro. La cartera de destinos es bastante amplia y todos pueden sentirse reconfortados. Los que actualmente ostentan algún cargo tienen garantizada la reelección y solo hay que organizar las pasarelas de un barco a otro.

En este caso, son muy cotizados porque son consejeros, diputados o concejales. Los «primeros compañeros» de Rivera, a pesar de los fracasos que cosecharon, tienen un gran valor. A partir de ahí, las oscilaciones dependerán de cada caso, pero todos caben en la «casa común» del centro derecha. Y los que vayan de intelectuales o politólogos, dos conceptos tan difusos como inconsistentes, podrán reinar en la inexistente fundación a la espera de un escaño.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).