Opinión
El telegobierno de Waterloo
«¡Qué nostalgia de Tarradellas, viendo al personal!»
Entre «lo de Madrid» y el caos postalarma, está pasando desapercibida la situación de Cataluña, con un Gobierno –es un decir– de la Generalitat en funciones desde la inhabilitación de Torra en septiembre, y ya va para ocho meses.
Las elecciones del pasado 14-F, hace hoy un trimestre, no han dado a luz a un nuevo Govern todavía por la negativa de Puigdemont de aceptar pasar a ser una figura decorativa en su finca de Waterloo, mientras ERC ejerce de President de la Generalitat con Pere Aragonès, un vicario de Junqueras. Nunca había quedado tan patente que el separatismo ha sido y es una coartada para la conquista y disfrute del poder, cual botín de guerra de unos y otros. Que la CUP sea mediadora y árbitro entre ellos refleja el nivel al que se ha llegado en el antaño oasis político catalán.
A propuesta cupera y tras la enésima «cumbre» infructuosa para pactar un Gobierno, han decidido volver a reunirse para definir una legislatura que debe significar el «ejercicio del derecho a la autodeterminación y la amnistía». El de Waterloo quiere telegobernar, aunque no está decidido si será por Zoom, Teams, Skype u otra plataforma. Cualquier cosa es posible en esta Cataluña que negocia el Gobierno en la prisión.
Mientras, Sánchez prepara el indulto «porque la UE no acepta políticos presos». Debe ser que no conciben que lo de Cataluña sea posible. Este es el paisaje y el paisanaje: ¡Qué nostalgia de Tarradellas, viendo al personal!
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