Gobierno de España
El Gobierno de la riqueza energética
«Es un insulto que el IVA que grava esta energía sea idéntico al que se apoquina por un Rolex o un Ferrari»
Imagínense que España fuera como Venezuela y de un año para otro el precio del pan, de la carne, el pescado o la leche se disparase un 187%. No habría dios que llegase a fin de mes salvo archimillonarios como Pablo Iglesias, Amancio Ortega o Messi. Pues eso es lo que ocurrió puntualmente anteayer con la tarifa eléctrica, que llegó a costar un 187% más que el mismo día del año anterior. Un encarecimiento incomprensible para cualquier ciudadano normal, máxime cuando no estamos, ni mucho menos, en los momentos más gélidos del invierno. Cómo serán las cosas que el subidón de la tarifa de la luz está siendo similar, en duración y en cantidad, al que se produjo en Madrid con motivo del nevadón que nos trajo Filomena. Lo que nunca imaginé es que esta inflación modelo Maduro llegase con «el Gobierno de los más vulnerables [sic]», con el Ejecutivo que prometió acabar con los «tarifazos» y la pobreza energética. Recuerdo perfectamente el pollo que montó en agosto de 2017 ese embustero por instinto que es Pedro Sántxez cuando el recibo aumentó 20 veces menos: «La subida del 8% prueba el fracaso de la reforma energética de Rajoy y alerta del riesgo de más pobreza energética». O cómo la tan frívola como indocumentada Irene Montero prometía que la electricidad saldría gratis o casi. «Imagina una reunión de Pablo Iglesias con las eléctricas y una de Pedro Sántxez, ¿de cuál saldría una bajada de la luz?», apuntaba ocurrente la apóstol del «todos», «todas» y «todes». O cómo su chico, Pablo Iglesias, trolero mayor del Reino ex aequo con el presidente, culpaba de todos estos males al Gobierno de Rajoy hace cuatro años: «Disparar la factura de la luz un día como hoy sólo demuestra la codicia de las eléctricas. Si el Gobierno lo consiente, será cómplice». Hace falta tener una cara más dura que los muros del nuevo Bernabéu para después de haber soltado semejantes pullas con alzas del 8%, el 10% o el 15% callen ahora como barraganas o barraganos cuando se incrementa un 187%. La tan cayetana como pudiente Carmen Calvo sostiene que el problema no es que muchas familias tengan que lavar o planchar de madrugada para no entrar en bancarrota, «sino quién plancha». Hace falta ser muy desahogada para reducir este drama a una cuestión machista. Por cierto: los cuatro tienen cero problemas con estas alzas porque son ricos energéticos. Y, para colmo, olvidan deliberadamente que está en sus manos aligerar la carga económica que supone la factura de la luz en general y estos brutales repuntes en particular para el españolito común. Constituye un insulto que el IVA que grava esta energía sea idéntico al que se apoquina por un Rolex o un Ferrari. ¿Por qué no lo dejan en el 10% (reducido) o en el 4% (superreducido)? Muy sencillo: porque hay que recaudar para sostener las mamandurrias, los Falcon, el Ministerio de Igualdad y chiringos varios. Hay más margen aún, ya que la voracidad de Hacienda, entre IVA, Impuesto a la Electricidad y costes regulados, supone más del 50% del recibo. Termino con otra frase premonitoria de Sántxez en tiempos de Rajoy: «La factura de la luz se elevará en enero un 11%. Otro golpe del Gobierno a las familias». Esta vez su Ejecutivo no nos ha dado un simple golpe, nos ha arrancado la cabeza.
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